Llega el verano y conjugar calor, deporte y alimentación se convierte en una tarea hercúlea. Te enseñamos la mejor forma de hacerlo
Comida, deporte y verano conforman un tridente que, para la mayoría de lectores podría llegar a sonar aterrador. Y es que, si uno se detiene a analizar la correlación de estos tres términos, es probable que la conclusión extraída revele que no son en absoluto compatibles.
Comer siempre se hace más difícil en el período estival, donde se suele alcanzar una mayor retención de líquidos como consecuencia de una mayor ingesta de agua. Por tanto, la sensación de pesadez en el estómago es más notable que en otras épocas del año y esta carga añadida puede provocar que ese plato que durante el resto del año se disfruta con inmenso placer, se convierta ahora en una odisea imposible de abordar.
La ecuación se vuelve más enrevesada si se incluye una tercera variable: el deporte, que suele requerir de un tipo de alimentos específico y despierta en aquellos que lo practican un apetito voraz que difícilmente puede ser saciado en condiciones extremas de calor.
Entonces, ¿cuál es la mejor dieta para compaginar deporte y verano?
Por todos estos motivos, los expertos en nutrición recomiendan encarecidamente la ingesta de frutas y verduras ricas en agua, como el tomate, el pepino, el calabacín, el melón o la sandía. Son ricas en fibra y ayudarían a prevenir posibles lesiones por su gran cantidad de antioxidantes, es decir, todas aquellas sustancias destinadas a la protección de las células.
Por otro lado, aunque son bien conocidos los beneficios de los llamados platos de cuchara, como la sopa o las judías blancas, en esta época el cuerpo demanda platos ligeros y preferiblemente frescos que puedan tomarse rápido y que no necesiten de un reposo prolongado para ser asentados en el estómago.
De nuevo, los profesionales se decantan por llenar la mitad del plato con verduras u hortalizas, un cuarto con hidratos de carbono complejos (pasta, cereales, patatas, pan integral, etc.) y el resto con proteínas, entre las que se incluyen la carne magra, el pescado, los huevos o el marisco.
Finalmente, para el postre se estima que la mejor alternativa es una pieza de fruta fría y rica en agua, como los ya mencionados melón y sandía, aunque también serviría la piña, la naranja o las fresas. Asimismo, tampoco es desaconsejable la ingesta de chocolatinas o barritas de cereales bajas en azúcares, pues cuentan con un componente energético que ayuda a optimizar el rendimiento deportivo.
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