A nosotros también nos pasa: llega el verano y se juntan las ganas de pasárselo bien y la posibilidad de ver a tu gente con el hándicap de tener menos dinero. ¿Qué hacemos?
Muchas veces a lo largo del año tenemos tantos gastos que al llegar el verano no queremos prolongarlos, pero, al mismo tiempo, la presión por descansar, relacionarnos y hacer planes que las rutinas no nos permiten nos sacuden, gritándonos deseos contrarios.
El verano no es la época soñada para todo el mundo. Algunos tienen la suerte de cohesionar el tiempo libre y el dinero. No es siempre nuestro caso. Hay momentos que exigen minimizar las preocupaciones que vienen implícitas por los gastos. Divertirse no siempre es fácil, pero tu cuerpo sabe que lo necesita. ¿Podrás dárselo sin gastar? Ya te adelantamos que sí.
Todos hemos escuchado aquello de que el dinero no da la felicidad, pero creo que estamos de acuerdo en que sí la facilita. Sin embargo, hay miles de elementos que nos proporcionan ese mismo sentimiento y que no conllevan una gran suma de dinero. Uno de ellos es lo más sencillo: pasear. Sí, lo sé, quizá a ti también se te había ocurrido. Pero ¿has probado salir a pasear por esas calles a las que nunca vas durante el invierno? Ponte un pódcast o tu música favorita, ropa fresca, una botella de agua y a recorrer tu pueblo o ciudad. No siempre conocemos todo y andar siempre ordena las ideas.
Comida casera, amigos y ¡poco más!
Une a tus amigos al plan y añade comida casera y una manta. Eso es: ¡un pícnic! Estamos seguros de que tendrás cerca algún parque. Incluso, los más afortunados tendrán un monte, un lago o un río. ¡Aprovéchalos!
Este otro también implica a tu gente: sesión de cine en tu terraza. Todos tenemos palomitas en casa, así que haz un puñado, vuelve a coger la manta del plan anterior, unos cojines, un ordenador y listo. Qué poco hace falta para ser feliz (aunque sea un rato).
No temáis, calurosos, que os tenemos en cuenta. La misma terraza que ha hecho de cine puede hacer de guerra de globos de agua. Así de sencillo, y no diréis que no es divertido. Quizá a los mayores no les gusta tanto…, bueno, pues entonces una manguera, crema solar (en realidad, en todos los planes) y a disfrutar. También podéis tomar el sol simplemente. Y, para los que no tengáis terraza, en algún lugar exterior.
Lo más importante es recordar que no tienes por qué irte fuera. Sabemos que es lo prototípico, pero no todos podemos y está bien. Encontrarte a ti mismo y disfrutar con las pequeñas cosas no es fácil, pero siempre vale la pena intentarlo. El verano dura dos meses, no más, tampoco menos. Es tu tiempo, tú decides cómo invertirlo.