Te explicamos las ventajas y desventajas de cada una para que salgas de dudas este verano
Seguimos con nuestra batería de consejos para este verano y, en concreto, con los muchos baños que seguramente se darán los lectores.
Ya explicamos en otro artículo cuál es, a nuestro juicio, la mejor rutina de ejercicios para tonificar el cuerpo. Hoy nos centraremos en una cuestión algo más trivial, aunque no por ello menos relevante. ¿Es mejor una piscina de cloro o una de sal?
En primer lugar se ha de tener en cuenta que hay dos procedimientos diferentes para depurar una piscina. Uno es más artificial y otro más natural. El primero corresponde al cloro y el segundo, a la sal.
En el caso del cloro, este se añade mediante tabletas o pastillas efervescentes de gran tamaño que eliminan todo tipo de microorganismos gracias a su elevado contenido en sustancias químicas. Las piscinas que empleen este procedimiento son menos costosas, pero también requieren de un equipamiento apropiado para que los bañistas no se irriten los ojos ni la piel, como gafas de buceo.
Los principales inconvenientes son el potente olor a desinfectante que desprende el cloro y que su mantenimiento, si bien es muy viable a corto plazo, conlleva una gran inversión a largo plazo, principalmente en productos químicos especializados.
Además, de cara al ejercicio físico, cabe destacar que el impacto sobre las articulaciones es mayor que en el del agua salada, puesto que la densidad del agua es menor. Esto lo hace idóneo para ejercicios de alta intensidad pero poco apto para otras actividades como estiramientos o procesos de rehabilitación.
El agua salada, por otra parte, se consigue mediante la instalación en el sistema de depurado de unos cloradores salinos que fuerzan la electrólisis del agua y que, a largo plazo, tienen el mismo efecto que el cloro artificial. Este procedimiento permite simular un entorno y una sensación muy similar a la del mar, con la diferencia de que no sirve de repelente a bacterias como el caso del cloro.
Sin embargo, al contrario que el cloro, en este tipo de piscinas los bañistas pueden arrojarse al agua sin equipamiento puesto que no daña los ojos ni la piel después de un periodo de tiempo prolongado.
Como ya se ha mencionado antes, la densidad del agua es mucho mayor que en las piscinas de agua dulce, por lo que resulta muy propicia para ejercicios de rehabilitación y estiramientos pero poco apropiada para actividades de alta intensidad física.
La principal desventaja reside en que el sistema necesario para generar la electrólisis del agua es muy costoso a corto plazo, aunque rentable a largo plazo porque dicho sistema apenas requiere de mantenimiento.
Por supuesto, en ambos casos conviene medir el pH o el nivel de acidez del agua y desalojar a los bañistas si este alcanza una cifra por debajo del 7. En el peor de los casos, podría provocar el resecamiento del cuero cabelludo, la aparición de erupciones cutáneas, la irritación de los ojos o incluso la corrosión de las escaleras metálicas de acceso al agua.
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