¿Es conveniente ducharse con agua fría en verano? La respuesta de los expertos te sorprenderá
Quizá esta sea una de las preguntas más recurrentes cuando llega el verano. Y es que todo el mundo disfruta de una ducha caliente cuando los termómetros oscilan por debajo del cero. Pero, ¿qué ocurre en los meses en los que el calor acucia con más intensidad que nunca? ¿Debemos renunciar al agua caliente o continuar con la rutina aunque nos sofoquemos?
Los expertos han tratado disipar las alarmas incidiendo en que cada baño, sea frío o caliente, tiene beneficios y perjuicios sobre nuestra salud y que uno u otro se adecuará mejor a las necesidades particulares de cada individuo.
La ducha fría tal vez sea la menos popular de las dos. Todavía son muchos los que consideran que el agua fría es un castigo para los soldados que no acataron debidamente las órdenes y, en respuesta, son torturados con un gélido chorro a presión.
Pues bien, el agua fría ayuda al mantenimiento de la temperatura corporal, lo que alivia la presión de la sangre y mejora a largo plazo la salud cardiovascular. Además, el agua fría facilita la relajación muscular y es especialmente propicia después de realizar ejercicio con cargas pesadas o trabajos duros.
El contacto del agua fría sobre la piel provoca que el sistema inmunológico reaccione rápidamente, lo que podría ayudar a mantener despiertas a nuestras defensas y adelantarse a enfermedades típicas como la gripe.
Adecuada para los deportistas
En segundo lugar, el agua fría también evita las irritaciones en la piel y reduce la velocidad de caída del pelo. En la misma línea, una buena ducha de agua fría es la mejor opción para aquellos que acostumbren a ducharse a primera hora de la mañana. El agua fría nos provoca un ligero shock que dispara la frecuencia cardiaca y facilita la entrada de oxígeno en los pulmones. En otras palabras, ayuda a perder esa sensación de aletargamiento que nos invade cuando nos despertamos.
Después de la ducha de agua fría, el organismo recibirá una inyección de energía que lo inducirá a moverse más de lo normal y, por tanto, también a hacer ejercicio con más intensidad. El agua fría ayuda en la quema de calorías, pues el cuerpo busca eliminar la sensación de shock inicial y restaurar la temperatura a una más cálida.
