El grueso de la población disfruta diariamente de duchas de agua caliente. Ahora bien, ¿qué efectos tiene sobre nuestra salud?
7:00 de la mañana. Los párpados se resisten a despegarse de los ojos. Los bostezos son tan amplios que casi tememos el riesgo a dislocarnos la mandíbula. Nos dirigimos como autómatas al plato de ducha y dejamos que la alcachofa vierta el agua en cascada sobre nuestras cabezas.
Esta escena se repite habitualmente día tras día en muchos hogares. Pero, ¿hasta qué punto la ducha de agua caliente es beneficiosa para el organismo? Los expertos aseveran que, en efecto, lo es, siempre y cuando se mantenga la temperatura del agua entre los 36 y los 39 grados centígrados. De otra manera, aumenta la probabilidad de sufrir quemaduras.
El primer y más conocido beneficio es la prevención de enfermedades mentales como depresión o ansiedad. El agua caliente es un terapéutico natural de eficacia probada en las aguas termales y balnearios. Además también permite corregir la rigidez de las articulaciones como las contracturas cervicales.
Sorprendentemente, también es bueno para la descongestión del aparato respiratorio. El vapor de agua caliente ayuda a limpiar la mucosa de las fosas nasales y a erradicar los constipados o gripes. Además, también ensancha los pulmones, por lo que resulta adecuado para quienes padecen asma o alergias.
El aparato circulatorio también se beneficia del agua caliente. La dilatación de los vasos producto de la ducha caliente alivia el dolor de cabeza y constituye un aliado perfecto para combatir las migrañas.
Estas mismas propiedades relajantes que presenta el agua caliente pueden servir para paliar el dolor menstrual. La zona púbica es especialmente sensible a las bajas temperaturas, pero reacciona bien al calor siempre que no sea excesivo.
El deporte
Finalmente, el agua caliente resulta muy apropiada para hacer ejercicio por su condición de relajante muscular. Está demostrado que sumergir las piernas en un barreño de agua caliente durante tres cuartos de hora antes de realizar una actividad física intensa puede ayudar a la prevención de lesiones musculares y a mejorar el rendimiento deportivo.
El agua caliente es perfecta para hacerle frente al insomnio. Se recomienda darse una ducha caliente antes de acostarse. Según los expertos, esto provoca que, al entrar en una habitación más fría que nuestro cuerpo, la temperatura corporal se reduzca y la somnolencia se abra paso. En consecuencia, la calidad del sueño será mucho mayor.