Siempre que se use como sustitutivo del azúcar y se consuma de forma moderada, la miel puede ser extremadamente beneficiosa
Desde tiempos inmemoriales, cuando el sol bañaba las tierras egipcias, la civilización ha visto en la miel una medicina natural tan válida como cualquier otra, con unas posibilidades médicas dignas de ser explotadas y, posteriormente, con la llegada de los tiempos modernos, dignas de ser estudiadas en los círculos académicos.
Producto de este examen concienzudo han surgido los beneficios para la salud de los que ahora les hablamos. La miel nace como fruto de un proceso de regurgitación que las abejas llevan a cabo una vez recolectan el néctar de las flores y lo transportan a la colmena. Como resultado del proceso, el néctar se descompone en una amplia variedad de antioxidantes, aminoácidos y minerales.
En primer lugar, la elevada carga en antioxidantes de la miel reduce considerablemente el riesgo de ataques al corazón, embolias y algunos tipos de cáncer. Además, también reduce la presión arterial, ensanchando los vasos sanguíneos y favoreciendo el correcto flujo de la sangre.
Además, siempre que se emplee como sustituto del azúcar y no como complemente, puede reducir drásticamente la ingesta de calorías siempre que se compagine con ejercicio físico habitual. Facilita el descenso de los niveles de colesterol LDL o «malo», lo que previene ataques cardíacos.
También disminuye los triglicéridos del organismo, un componente del azúcar que, consumido a largo plazo, provoca la aparición de grasa e incrementa el nivel de glúcidos en sangre. Si la miel se consume en lugar del azúcar y no junto al azúcar, esta puede tener grandes beneficios para la salud.
Las propiedades curativas
La miel tiene fama de contener propiedades casi milagrosas, que ya los egipcios probaron de primera mano hace miles de años. La miel puede aplicarse a heridas abiertas sobre la piel y puede favorecer su pronta cauterización y cicatrización. Esto se de a la presencia de componentes antibacteriales y antiinflamatorios que, en muchos casos, pueden ayudar a paliar el dolor producido por quemaduras y lesiones cutáneas menores.
Finalmente, la miel resulta muy apropiada para combatir la tos infantil. Los accesos de tos, muy comunes en la infancia, pueden llegar a afectar a la calidad del sueño de los niños, especialmente si estos tienen lugar a altas horas de la noche. Una cucharada de miel antes de dormir favorece la recuperación de los hábitos de sueño perturbados por la tos