Siempre se ha hablado de los beneficios del yogur en el aparato digestivo, pero la realidad es que tiene muchos más
El yogur ha existido desde tiempos inmemoriales. Aunque, para ser exactos, lo que ha existido desde siempre es el trabajo ganadero y el ordeño. Ya desde los tiempos en los que los primeros humanos eran nómadas comenzaron a desarrollarse técnicas de consumo que les permitieran sacar el máximo partido a los frutos que recolectaban o a la carne resultante de los animales que cazaban.
Una de estas técnicas se afianzó durante los traslados itinerantes propios del nomadismo. La leche que se ordeñaba se transportaba en unos recipientes forrados con piel de cabra que favorecían su conservación y, por tanto, también su fermentación.
Esta fermentación, consistente en la acción de unas bacterias específicas sobre la leche es lo que terminó dando lugar al yogur tal y como lo conocemos en la actualidad. Estos son algunos de los beneficios que produce.
Lo primero que se debe tener en cuenta cuando se habla del yogur es que cuenta con una mejor digestibilidad que la leche. Un porcentaje considerable de la población es intolerante a la lactosa. Esta intolerancia procede del intestino, que es incapaz de procesarla. Sin embargo, el ácido láctico del que está compuesto el yogur facilita el tránsito intestina y, en algunos casos, puede ser consumido por los intolerantes.
Otra de las propiedades del yogur es que es especialmente propicio para tratar afecciones estomacales. Tomar yogures ayuda a restaurar la flora intestinal, es decir, el conjunto de bacterias que pueblan el intestino y que normalmente son aniquiladas por los antibióticos que se recetan para combatir la gastritis y otras dolencias.
Finalmente, los yogures pueden ayudar a incubar varios tipos de bacterias beneficiosas para las alud, que se encargan de eliminar del organismo las sustancias tóxicas y carcinógenas. Además, también favorece la aparición de células protectoras dentro del sistema inmunológico, l que mejora las defensas del cuerpo.
Como hemos adelantado al principio, resulta indispensable conservar adecuadamente un yogur para que sus beneficios surtan efecto. Para ello basta con guardarlo en la nevera al volver del supermercado y asegurarse de que está fresco antes de tomarlo.
También es importante cerciorarse de que el envase no presenta abolladuras ni golpes. Aunque elemental, un yogur con una abolladura podría estar ligeramente agujereado, lo que a su vez podría atraer moho y otros hongos no deseados.
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