Si has intentado hacer dieta o comer mucho más sano y has fracasado en el intento, es porque definitivamente te falta «vitamina P».
Las dietas que son demasiado restrictivas y nos impiden comer determinados alimentos, acaban generándonos mucho más deseo por ellos. Esa ansiedad que nos produce es la que nos impide que disfrutemos del placer que supone comer. Recuperar esas sensación es esencial para llevar a cabo una dieta sana y perder peso si así se desea. Es lo que los expertos reconocen como «falta de vitamina P».
La vitamina P no es un nutriente al uso, más bien es la definición que nutricionistas como Sarah Garone le han dado a la «sensación de placer que provoca la comida» y para la cual están programados los seres humanos. No solo comemos por hambre o necesidad, sino también por el placer que esto nos genera y que es comparable al sexo y a otras experiencias agradables. Privarnos de esa sensación es lo que nos hace tan difícil llevar una dieta sana.
La vitamina P o el «placer de comer»
Es importante no confundir el placer de comer con el placer inmediato que nos producen determinado alimentos ultraprocesados, nada beneficiosos para nuestra salud. Por eso también es muy importante aprender a educar el paladar para que disfrute con el sabor de los alimentos más saludables. Como el sabor de la fruta o de los frutos secos naturales. Y una vez lo hayamos conseguido, incorporar a nuestra dieta también alimentos que no nos proporcionen placer, pero que son necesarios para la nuestra salud.
Todo aquello que nos genera una sensación satisfactoria, incluida la comida, provoca una liberación de dopamina en nuestro cerebro. Dice la experta Aleta Storch en Heathline: «A la dopamina se la conoce como la hormona del bienestar. Ya que activa las vías de recompensa en el cerebro, lo que ayuda a promover la felicidad, la calma, la motivación y la concentración».
Hay estudios que aseguran que las personas con obesidad tienen alterada su sensibilidad a la dopamina, lo que les lleva a comer en exceso determinados alimentos altos en grasas para conseguir esas sensación de placer y satisfacción.
Mientras que por el contrario, aquellas personas que sí liberan correctamente este neurotransmisor, consiguen regular mejor el hambre, metabolizar los alimentos y mantenernos en nuestro peso correcto.
¿Qué ocurre si nos prohibimos alimentos en nuestra dieta?
Según los nutricionistas esto es un gran error. «Cuando se permiten todo los alimentos sin reglas, incluso los más deliciosos, el cuerpo aprende a confiar en que obtendrá lo que necesita», explica Storch. Es decir, la libertad de elegir los alimentos que queremos consumir es lo que nos ayuda a reducir la ansiedad y el deseo por aquellos ingredientes que no nos convienen.
Dice la nutricionista Garone: «Comer por placer es elegir un alimento para disfrutar específicamente de su sabor, textura y experiencia, como cuando sales a tomar un helado en verano o comes una manzana directamente del árbol en un huerto de manzanos». Por lo que no debemos recurrir a la comida como una forma de afrontar emociones positivas o negativas.