Durante la noche se producen modificaciones en nuestro cuerpo que ocasionan una rigidez al despertar por la mañana.
Cuando nos despertamos, la mayoría de las veces, sentimos una sensación de rigidez al levantarnos que es el resultado de cambios nocturnos en la lubricación de dos diferentes funciones del cuerpo: las articulaciones y la fascia.
La fascia es un complejo grupo de tejidos conectivos que rodean y sostienen los músculos, los tejidos blandos, los órganos y los huesos. Imagina la fascia como una red fibrosa que envuelve y atraviesa el tejido muscular para darle estructura y estabilidad. Forma múltiples capas separadas por un lubricante similar a un gel que permite que las capas se deslicen y resbalen con soltura y nos ayuda a sentirnos flexibles y ágiles.
En ciertas situaciones, como cuando baja la temperatura de tu cuerpo, cuando has estado sin moverte por mucho tiempo o cuando el ácido láctico se acumula en los músculos y la fascia durante el ejercicio intenso, el lubricante se vuelve más denso y viscoso y las capas de la fascia no pueden deslizarse con la misma facilidad, lo cual nos provoca esa sensación de rigidez.
Mientras dormimos, ocurren varias de las siguientes situaciones que pueden hacer que el lubricante se haga más denso: suele pasar que dejamos de movernos durante mucho tiempo (por ejemplo, ocho horas) y nuestra temperatura corporal tiende a bajar.
Las articulaciones también pueden hacernos sentir entumecidos por la mañana. En las articulaciones sanas, un líquido espeso lubrica el espacio entre los extremos de tus huesos, que están recubiertos de cartílago, para poder moverse con libertad y comodidad.
Cuando el cuerpo no se mueve durante un largo periodo (como al dormir), el cartílago absorbe el lubricante como una esponja, lo que hace que las articulaciones crujan o truenen.
La buena noticia es que el remedio para la rigidez matutina ya sea ocasionada por la fascia o las articulaciones, es el mismo movimiento.
Aún en la cama, recostado, comienza por estirar todo el cuerpo, como haría un gato o un perro al despertar; extiende mucho las piernas y los brazos en direcciones opuestas. Luego, trata de flexionar los pies y ponerlos en punta o estirar solo los brazos y el torso, como si estuvieras imitando ese estiramiento que hacemos al levantarnos.
Para lubricar tus articulaciones, de manera muy suave, dobla y estira las rodillas y los codos, girando las muñecas y los tobillos y mueve la cabeza de un lado a otro. En la mayoría de los casos, la rigidez matutina desaparece de forma natural a medida que avanza la mañana.
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