Un estudio reciente de dudoso rigor científico ha empezado a circular por la red por sus resultados alarmistas
Hace unos días ha empezado a circular por Internet uno de esos artículos científicos que sostienen conclusiones a priori revolucionarias. La mayoría de ocasiones es la sección de ciencia de la presa pertinente la que se encarga de recoger los resultados y de volcarlos en el periódico palabra por palabra sin preocuparse, en muchas ocasiones, en contrastar la información que ha leído.
Esta falta de contraste es la que a posterior termina provocando la alarma en los lectores del diario de turno, que reenvían la noticia a sus círculos. Estos, a su vez, toman los datos por ciertos, generando así un pequeño bucle del que es difícil escapar.
Esto es precisamente lo que ha ocurrido con un estudio que aseguraba que la luz azul de las pantallas no resultaba perjudicial para la salud ocular ni mucho menos provoca ceguera. El principal problema detrás de esta afirmación es que, aunque podría ser cierta en la teoría, los experimentos llevados a cabo para tratar de demostrarla no se han ejecutado correctamente.
El paper defiende que el resecamiento de los ojos producto de una larga exposición a la pantalla se debe simplemente al cansancio ocular y no necesariamente a una reacción química interna. Para explicar esta hipótesis, el artículo hablaba sobre la procedencia de la luz azul de otras fuentes mucho más grandes como el sol, con la que establecía un símil: si la luz solar no es dañina a largo plazo, entonces la luz de las pantallas, que a priori contiene menos luz azul, tampoco lo es.
El error llegaba cuando esta teoría se intentó trasladar a la práctica experimental. Los científicos tomaron como muestra varias células de la piel. Una clínica de oftalmología ha demostrado que este punto de partida ya es erróneo. La luz azul no incide sobre las células porque no penetra hasta las capas profundas de la piel, sino que su acción se limita a la superficie.
Por esto, la principal receta para evitar el resecamiento ocular y otras afecciones como la blefaritis (o cansancio de los párpados) pasa por el llamado 20-20-20, es decir, mirar a lo lejos (20 pies, unos 6 metros y medio) durante veinte segundos después de veinte minutos de exposición a una pantalla. Si el enrojecimiento se agudiza, es preciso acudir a un profesional.
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