Benitagla no tiene bares, desde su nacimiento ha sido un pueblo pequeño y es la localidad perfecta para desconectar.
Benitagla es un pequeño municipio situado en la Sierra de Los Filabres, en un paisaje agreste y semiárido en el que predomina el cultivo del almendro y el olivo y en el que se asienta el pequeño núcleo urbano, cuyo único edificio de interés es la Iglesia Parroquial.
En esta localidad parece que el tiempo ni pasa ni se le espera. Tranquilidad y sosiego se respiran en todas y cada una de sus calles y casas blancas en un pueblo situado en plena Sierra de Los Filabres. Si quieres desoxigenarte del ruidoso modo de vida de la ciudad, escápate un fin de semana. Te garantizamos que volverás con las pilas renovadas.
Se trata de uno de los pocos pueblos de España que, atención, no tiene ni un solo bar. Y eso, en España, es toda una proeza. Bueno, quizás podamos hacer una excepción si nos atenemos a su Club de la Tercera Edad.
Benitagla está situado en la Sierra de Los Filabres
Benitagla tiene dos monumentos importantes: la iglesia de San Juan, una edificación extremadamente austera, de fachada sencilla y una torre campanario, o la Torre de la Alhabía. Podemos también ir al Mirador de las Eras, con una panorámica muy bella de todo el pueblo, el santuario Monteagud. Asimismo, a 200 metros al este del pueblo, podemos visitar el Castillico, una torre que data de la época nazarí y de la que hoy se conserva la base, de forma rectangular y mampostería, así como dos trozos de muralla. En uno de estos trozos se pueden ver los restos de un torreón pequeño.
Siempre ha sido un pueblo pequeño, desde sus inicios. Antes de la Guerra de las Alpujarras (1568-1570) contaba con una población de 60 vecinos, todos moriscos y 340 fanegas de labor. Terminada la guerra y la expulsión de sus pobladores se pasó al apeo, deslinde y amojonamiento para su repoblación en 1572. Debido a la pobreza de sus tierras sólo llegaron seis vecinos. Hubo incluso que saltarse las normas de repoblación dictadas por Felipe II y permitir la llegada de pobladores de pueblos vecinos.
En el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, contaba con 262 fanegas de tierra secular y 69 eclesiástica. Se cultiva fundamentalmente cereales, el almendro, el olivo y la parra para hacer vinos caseros. El cultivo de la morera de la época de Al-Andalus ya había desaparecido. El regadío apenas tiene importancia.
Si quieres viajar en el tiempo, no dudes en visitar Benitagla. Sosiego, paz, paseos y tranquilidad para un fin de semana para dedicártelo a ti mismo, comer saludable y sin peligros, reencontrarte con la naturaleza y, por qué no, hacer amigos para siempre que te cuenten historias de su infancia.