La irrupción del confinamiento fomentó el hambre emocional, un síndrome que muchas personas han conservado desde entonces y que puede ser perjudicial para nuestra salud.
Si estudias o trabajas en casa y te levantas cada dos por tres hacia la nevera para comer con mucha ansiedad cualquier tipo de alimento o refrigerio, posiblemente estés pasando por una etapa de hambre emocional.
Muchas personas recurren a la comida para afrontar un proceso de inacción, una forma de alimentación que en la mayoría de las ocasiones se realiza inconscientemente. Sin embargo, no es el único caso. Cualquiera de nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos pasado por algún proceso de estrés ansiedad o emoción negativa, como la depresión o la sociedad. En todos estos casos, tendemos a alimentarnos más y peor.
Además, en el caso del estrés o la ansiedad se suma un nuevo elemento perjudicial en nuestro proceso digestivo: el nerviosismo. Los seres humanos, cuando sufrimos algún proceso de ansiedad o estrés, tendemos a comer más rápido, ya que nuestros impulsos son mayores. El hecho de masticar y comer con mayor rapidez perjudica a nuestro sistema digestivo y bienestar físico.
¿Cómo combatir contra el hambre emocional? Pues bien, un remedio para luchar contra ello es desarrollar una atención plena o mindfulness, no solo durante el proceso digestivo, sino también en lo que se refiere al estado emocional.
A pesar de que la diferenciación entre el hambre emocional del hambre real pueda conllevar algún tipo de dificultad, no es nada difícil discernir entre una y otra. Atiende a las siguientes claves, que pueden ayudarte en este sentido.
Síntomas del hambre real: sientes el hambre en el estómago; deseas una variedad de alimentos, es decir, te apetece cualquier cosa relativamente; tienes la sensación de satisfacción o hinchazón cuando comes lo suficiente y, por lo tanto, detienes más fácil tu proceso alimenticio o no posees una afección negativa.
Síntomas de hambre emocional: deseo de comer algo en específico; deseo de cierto tipos de comida, regularmente altas en calorías; comer en exceso o atracones o sientes relativa vergüenza después de comer en exceso.
Para poder hacer frente al hambre emocional es vital identificar cuáles son las causas que puede llevarnos a sufrir algún episodio de hambre emocional. Normalmente, la principal causa del hambre emocional se puede deber al sufrimiento de sentimientos desagradables.
El hambre emocional, en contraposición al fondo de la cuestión, no se quita comiendo y menos de manera compulsiva, ya que puede perjudicar a nuestro bienestar. Algunas de las prácticas más comunes para lidiar con el hambre emocional son: lidiar con el estrés, ya sea leyendo, escribiendo en un diario; realizar ejercicio físico para liberar tensiones; meditar; identificar qué alimentos contribuyen a un estado de salud óptimo, evitando la comida basura. y masticar, un litigio fundamental para favorecer a la digestión de la comida.
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