El gluten es perjudicial para los celiacos hasta tal punto que pueden condicionar su salud negativamente. Pero… ¿qué ocurre si una persona que no es celiaca elimina el gluten de su dieta? Resolvemos las dudas sobre esta cuestión.
Cada vez es más habitual encontrar a personas que no sean tolerantes al algunos nutrientes, como pueden ser la lactosa, los azúcares añadidos, la sal o el gluten. De hecho, en muchos envases, cada vez con mayor asiduidad, podemos apreciar rótulos como los siguientes: «sin lactosa», «sin azúcares añadidos» o «sin gluten».
Este tipo de frases, que parecen que hacen alusión a personas diabéticas, celiacas, alérgicas al huevo o que sufren hipertensión, no son solo aplicables a aquellos que padezcan una alergia agroalimentaria. En cambio, los seres humanos tenemos una tendencia más creciente a eliminar estos tipos de proteínas y nutrientes, como el gluten, según pasa el tiempo.
El gluten es una proteína de origen vegetal que se encuentra en las harinas de cereales, como el trigo, la cebada, o el centeno, entre otros. En cambio, tiene una particularidad distinta a otras proteínas: el gluten no solo hay que ingerirlo, sino que también hay que digerirlo y, sobre todo, metabolizarlo.
Este es el inconveniente que tienen los celiacos, ya que los intolerantes a esta proteína no pueden digerirla con normalidad, lo que deriva en el empeoramiento de su estado estomacal y, por lo tanto, se encuentran obligados a eliminarlo de su dieta.
El gluten no es indispensable para nuestra rutina diaria, esta afirmación es lo primero que hay que tener en cuenta aunque de forma relativa. La razón de por qué el gluten no es imprescindible: su bajo valor nutricional y biológico. Por lo tanto, el hecho de que el gluten se suprima de nuestra dieta no condiciona en exceso nuestro modo de vivir.
En cambio, la eliminación completa del gluten en nuestro proceso alimenticio no es excesivamente favorable, debido a que el propio gluten contiene nutrientes ricos en fibra, vitaminas y minerales. Además de estas carencias en nuestra dieta, si descartamos por completo el gluten de nuestra hábito digestivo, nos podemos convertir en intolerantes a esta proteína y puede condicionarnos negativamente a la hora de consumir otras proteínas ricas en nutrientes favorables para nuestro sistema celular.
La eliminación del gluten puede conllevarnos a hábitos nocivos para nuestra salud y, por consiguiente, para nuestra salud. Las personas que suelen eliminar el gluten de manera consciente y sin necesidad de hacerlo suelen abusar de grasa añadidas y azúcares, poseyendo la tendencia de consumir reiteradamente los alimentos ultraprocesados.
En consecuencia, este hecho tira por tierra el argumento típico de que eliminar el gluten motiva la pérdida de peso. Mar Martínez Sevilla, nutricionista y redactora jefa en Centro Médico, reafirma esta aseveración: “La pérdida inicial que puede observar una persona se debe al cambio de dieta. Sin embargo, al eliminar el gluten aumenta el consumo de productos procesados, que tienen alto valor calórico y muy bajo valor nutritivo, por lo que a la larga puede tener el efecto contrario y favorecer el aumento de peso”, advierte.
Por lo tanto, esta práctica que se ha puesto de moda después de que algunos deportista, como Dani Carvajal, la han aplicado para mejorar su rendimiento físico y evitar las lesiones reiteradamente, puede ser relativamente perjudicial para nuestra dieta, una práctica en la que los expertos avisan de que «no debemos fiarnos de ella«.
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