Te contamos cómo era la dieta medieval y si realmente se comía bien en la Edad Media, a pesar de distintas complejidades.
Seguramente habrás leído o visto imágenes en pinturas de los grandes banquetes que se realizaban en la Edad Media. Claro que eran grandes comidas celebradas por una pequeña aristocracia que mandaba sobre la mayoría de una población pobre. Ahora bien: ¿se comía bien en aquella época? ¿Cómo era la dieta medieval?
Para situarnos bien en el tiempo, se denomina Edad Media a la etapa comprendida entre los siglos V y XV. Es decir, algunos alimentos, que son hoy tan característicos en nuestro día a día y en nuestras casas, no se conocían en la Península Ibérica. Por ejemplo, en nuestra Edad Media no se sabía lo que era la patata, los pimientos, el tomate o el maíz. Increíble, ¿no? Es más, cuando la patata llegó más tarde desde América a Europa se la miró también con desconfianza en algunas zonas porque se decía que, como venía de la tierra, bien de abajo, era un alimento del diablo.
¿Qué dieta se podía realizar en aquella época? Los alimentos cotidianos estaban basados en avena, centeno, trigo y migo. Los mismos eran usados para elaborar pan y gachas. Por otra parte, las frutas y verduras terminaban siendo importantísimas en el día a día. Además eran abundantes y, en cierto punto, más accesibles para la mayoría de la ciudadanía.
Frutas como peras, manzanas e higos. Verduras como coles, puerros, nabos y ajo. Así se formaban las comidas en la Edad Media. Todo acompañado por vino o cerveza. ¿Y el agua? No estaba depurada y se acostumbraba a mezclarla con alcohol con el fin de prevenir algunas enfermedades.
¿Y los pescados? ¿Y la carne? Los productos del mar, si bien eran consumidos (depende la zona, claro está), acostumbraban a ser menos habituales en la dieta medieval. Y la carne era un gran lujo que se reservaba para eventos especiales o para los más ricos entre los ricos. Estos podían comer pollo, cerdo o animales de caza como jabalí, aves silvestres y venado. También, aunque no era nada común, los afortunados en la economía podían darse el lujo de probar carnes exóticas como el pavo real, oca o cisne.
La Edad Media se caracterizaba también por mostrar grandes contrastes entre las diferentes clases sociales. Y la alimentación no era una excepción: la nobleza y el clero, por su poder adquisitivo, hasta importaban productos de otras regiones o países, mejorando así su dieta. Un poco más abajo, en calidad alimentaria, se encontraba la burguesía y los artesanos. Luego estaban los campesinos y la servidumbre. Y, por último, los más desfavorecidos eran los pobres y mendigos, que peleaban a diario por su subsistencia, con una dieta basada en un pan de mala calidad y legumbres secas. Por supuesto, la desnutrición y malnutrición eran consecuencias muy marcadas de la época.
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