Los pimientos están presentes en nuestra dieta al ser uno de los productos más característicos de la dieta mediterránea aparte de sumar múltiples beneficios para el organismo.
Si pensamos en pimientos solemos diferenciarlos por su color, entre rojos, verdes y amarillos. En cambio, no solo hay tipos de pimientos por su aspecto colorido, sino que también hay clases de esta hortaliza por su sabor, su procedencia y los nutrientes que contengan y que sean útiles para nuestra salud. Entre ellos están los pimientos de Padrón, de piquillo, choriceros, morrón, dulces, italianos y de Gernika.
A grandes rasgos, es importante reseñar que el pimiento verde es sustancioso en vitaminas A y C, y tienen un sabor más amargo que los rojos. Por su parte, el pimiento rojo es rico en vitaminas A y C, dulces y antioxidantes al contener componentes como el licopeno.
Por su parte el pimiento amarillo, aunque es el pimiento con mayor número de propiedades para el organismo, solo es abundante en vitamina C. En cambio, su alta disposición de vitamina C hace que sea uno de los alimentos que proteja más al sistema inmunológico. Aparte de esta cualidad, también es antioxidante y contiene fibra, indispensable para el correcto funcionamiento del intestino grueso.
El pimiento de cristal es otro tipo de pimiento que se diferencia por su textura fina, su forma extremadamente alargada a la vez que estrecha y su sabor dulce. Aunque si hay un rasgo que lo caracteriza y por el cual recibe este nombre es su piel frágil, que lo hace ser muy delicado.
Este tipo de pimientos no suelen ser tan comunes en el mercado, debido a que requiere una elaboración ardua. La razón de su producción costosa reside en la delicadeza que hay que tener a la hora de pelarlos por su extremada finura, lo que deriva en que su presentación sea en tiras finas y largas.
Los pimientos de cristal se suelen comer solos, acompañados únicamente de aceite o ajo. Asimismo, esta hortaliza puede ser ideal para acompañar a carnes o pescados, aunque su sabor exquisito hace que puedan degustarse por sí solos y se suelan servir en muchos bares y restaurante como tapas sin más acompañamiento más allá de algunas gotas de aceite de oliva. También, los podemos consumir de forma asada sin piel tras pasar por el carbón y adquirir un sabor ahumado muy tentador.
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