Las patatas fritas de bolsa deberían desaparecer de tu dieta diaria lo antes posible. Te contamos por qué perjudican tu salud
Está estadísticamente demostrado que las patatas fritas de bolsa constituyen el aperitivo preferido de la mayoría de la población. Y no es para menos. Su bajísimo precio y su amplia variedad de combinaciones permiten al comprador colmar el apetito que le asalta entre horas. Sin embargo, desde la OMS y varios portales de nutrición advierten que tal vez deberíamos optar por otra alternativa.
Y es que las patatas fritas de bolsa no son ni de lejos la opción más saludable que podemos consumir. Empezando por su elevada carga calórica. Tan solo 45 gramos, aproximadamente una patata, ya contiene casi 250 kcal, el equivalente a dos filetes de carne de tamaño normal. Por supuesto, dicha ingesta calórica viene acompañada de un porcentaje de grasa igualmente preocupante.
La presencia de la grasa se explica por la enorme cantidad de aceite que las patatas de bolsa son capaces de absorber. Ahí es donde la mayoría de consumidores incurre en un error muy común: las patatas más finas son las que absorben más aceite.
La mayoría de expertos recomienda optar por las patatas más gruesas, pues estas contienen una menor cantidad de aceite. Además por cada 100 gramos de patatas fritas, en torno a 35 son grasas puras. Cualquier otro snack bajo en grasas puede servir como aporte energético y cumplir su función con mucha más solvencia que unas patatas fritas de bolsa.
Lo mismo sucede con las proteínas. Aunque contienen algunas de ellas, estas son de una calidad tan defectuosa que podrían resultar nocivas para el organismo si se ingieren en exceso. Evidentemente, para lograr un nivel proteico adecuado, se debe optar por vías más saludables como la carne roja y el pescado azul.
El peligro de la sal
La sal es otro de los componentes más perjudiciales para el cuerpo, presente en las patatas fritas de bolsa. La OMS recomienda no superar los tres gramos diarios de sal y este snack supera dicha cantidad con creces. 100 gramos de patatas fritas equivalen a unos 1,5 gramos de sal y algunas marcas llegan a situarse entorno a 3 gramos.
Es por ello que resulta preferible recurrir a otros aperitivos como los frutos secos o a otros aceites de origen vegetal como el de girasol, el de maíz o el de oliva y evitar las patatas fritas de bolsa en la medida de lo posible.
