La frustración puede convertirse en nuestro peor enemigo a la hora de luchar por nuestras metas y logros futuros
Todos sentimos alguna vez, incluso muchas, ese nivel de frustración. Quizás sea en el ámbito laboral donde más salga a relucir, donde el estereotipo de personas frustradas en el trabajo lo relacionamos al de altos ejecutivos que se pelean por los puestos altos de la empresa. Bueno, quizás os estamos yendo por la rama cinematográfica y no nos centramos en el objetivo que nos ocupa.
En definitiva, se trata de un sentimiento negativo y desagradable que experimentamos cuando no logramos lo que queremos conseguir y perseguimos con todas nuestras ganas. Y eso empieza desde pequeño, y nos persigue durante toda nuestra vida. A medida que maduramos, aprendemos a tener más tolerancia más. Sin embargo, no siempre somos capaces de generar respuestas adecuadas y no sabemos cómo superar la frustración.
No somos iguales y no tenemos comportamientos similares, por tanto, no alcanzamos los mismos niveles de frustración. Al igual que en otros problemas psicológicos, la forma en que entendemos nuestras experiencias a partir de las situaciones externas que vivimos en nuestro día a día son fundamentales.
Debemos intentar alcanzar aquello que tenemos en nuestra cabeza, nuestras metas, aunque no siempre obtengamos los resultados que esperamos. Valorar el esfuerzo y ser conscientes de que no todo puede ser perfecto en la vida hará una tarea de reflexión curativa.
Otras cuestiones no dependen exclusivamente de nosotros mismos (en el apartado del amor, cambios en nuestro horario de trabajo, etc.). La visión y el punto de vista de los demás también cuenta y no necesariamente debe coincidir con el nuestro.
Encuentra la positividad y no te enfoques en el victimismo. Si solo nos centramos en las cosas negativas, no dejaremos de sentirnos mal, le daremos una oportunidad a nuestros buenos sentimientos positivos.
Si analizamos el camino, siempre encontraremos muchos aspectos que nos brindan bienestar y son fuentes de satisfacción, por pequeños que sean, a pesar de que algunas cosas no vayan como esperamos.
Valora tus logros y siéntete orgulloso de haberlos alcanzado, y no te obsesiones con los que no has conseguido. Esto es como el vaso medio lleno o medio vacío.
Si lo necesitas, puede ser necesario buscar asesoramiento psicológico para investigar los problemas que están en la base de nuestra baja tolerancia a la frustración, con el fin de proporcionar a la persona los recursos necesarios para superarla.
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