La dieta antiinflamatoria contiene productos que tienden a reducir la inflamación. Sin embargo, más allá de los alimentos que posea esta dieta, la pregunta es si es realmente beneficiosa o no.
La dieta antiinflamatoria no es un régimen que tenga como objetivo principal la pérdida de peso, sino que se trata de una proposición nutricional que tiende a mantener el cuerpo en un buen estado de salud.
Este tipo de dieta incluye alimentos ricos en vitaminas, enzimas digestivas y grasas saludables que estimulan la fortaleza inmunológica del organismo, reduciendo el riesgo de la inflamación de determinados órganos del cuerpo humano.
¿Quiénes pueden llevar a cabo esta dieta?
La dieta antiinflamatoria es recomendable para todas aquellas personas con enfermedades crónicas como el asma, la artritis, la fibrosis quística o también para personas que padezcan determinadas patologías relacionadas con el cáncer o con accidentes cardiovasculares.
En todos estos casos, los nutricionistas recomiendan alimentos abundantes en sustancias antiinflamatorias para ayudar a evaluar la sintomatología originada por la inflamación derivadas de este tipo de enfermedades.
Mecanismos de inflamación del cuerpo
La inflamación es la respuesta del organismo a un daño celular, ya sea acusado por un virus, una enfermedad, un daño físico, un estrés metabólico e incluso en determinadas patologías relacionadas con la salud mental como la ansiedad. No obstante, la inflamación desaparece cuando el daño es eliminado como si de un golpe en la pierna se tratase.
Sin embargo, hay en ocasiones en el que la respuesta puede ser crónica si el estimulo sigue activo, si nuestro cuerpo emite un rebote prolongando la actividad o si se produce la supervivencia de las células al sistema inmunológica.
Asimismo, es importante reseñar que las personas a las que no les sea favorable esta dieta es aconsejable que no la realicen, ya que pueden incurrir en algún tipo de enfermedad.
Nutrientes que no pueden faltar en la dieta antiiflamatoria
- Omega 3: pescado mejillones, aceite de lino y semillas y nueces.
- Vitamina A: espinacas, canónigos, rúcula, huevo y zanahoria.
- Vitaminas B1, B2, B3 y ácido fólico: huevo, vegetales de hoja verde, judías, cereales integrales y judías.
- Vitamina C: perejil, brócoli, cítricos, grosellas, berro y pimiento rojo.
- Vitamina D: productos de origen animal y exposición solar.
- Vitamina E: frutos secos, aceite de oliva, tomate, boniato, aguacate y pipas de girasol.
- Omega 3: mejillones, semillas, nueces y aceite de lino.
- Zinc: cangrejo, avena, salvado de trigo, legumbres, frutos secos y semillas de sésamo.
- Magnesio: pan integral, semillas de lino, salvado de trigo, quinoa, frutos secos y quinoa..
