El cortisol es la conocida hormona del estrés que influye también negativamente en los procesos para adelgazar
Internet ha proporcionado un amplio acceso a información sanitaria, una fuente de recursos y consejos que ha dado a las hormonas una reputación inesperada. Anteriormente sólo médicos y bioquímicos conocían y estudiaban sus funciones, pero hoy en día existen miles de artículos en los que se detecta a estas hormonas como superhéroes o supervillanos. Oxitocina, la hormona del amor. Adrenalina, la hormona del miedo. Testosterona, la hormona del poder. Y por supuesto, el famoso cortisol, la hormona del estrés.
En el caso de la que nos ocupa en este artículo, nuestro cuerpo la produce en situaciones de “emergencia” para poder solucionar estos problemas. El estrés es un sentimiento normal que, en pequeñas dosis, puede ayudarle a hacer las cosas, pero es cierto que el estrés no afecta a todos por igual. Muchas personas experimentan síntomas de estrés en el cuerpo y sufren dolores de estómago, dolores de cabeza y dolor o tensión muscular.
Cuando ocurre una situación de riesgo, alarmante o peligrosa, nuestro cerebro envía señales a las glándulas suprarrenales encargadas de producir cortisol. En condiciones normales, esto es bueno porque tiene propiedades antiinflamatorias. Pero si se vuelve crónico, se vuelve tóxico y deriva en lo que se conoce como “intoxicación por cortisol”. El cuerpo entra en un proceso en el que las células de defensa se vuelven más sensibles y dejan de controlar la inflamación.
Al cortisol se la conoce como la hormona del estrés
En el momento en el que esa hormona se suelta en la sangre, crea un aumento de glucosa, que transfiere grandes dosis de energía a los músculos. En el caso de una situación de alarma concreta, cuando finalice el estado de alarma, la cantidad de cortisol secretada disminuirá. Cuando estamos bajo estrés constante, se producen cambios en nuestro cerebro, creando cambios en el comportamiento o el estado de ánimo.
Esta hormona ostenta un nexo directo con la acumulación de grasa y lamentablemente cualquier situación puede desencadenarla en el organismo, manteniéndonos alerta. A la lista de situaciones que cada uno de nosotros podemos identificar como estresantes, hay que sumar otras de las que quizás no somos conscientes explícitamente pero que igualmente van unido de niveles elevados de cortisol, como el insomnio.
El cortisol no sólo nos pone en marcha sino que también incide directamente en el conocido proceso metabólico. Una de sus funciones es aumentar los niveles de azúcar en sangre y para lograrlo descompone el tejido muscular y cuanto menos músculo hay, menor es la tasa metabólica, más débil es la capacidad de quemar calorías y menos probabilidades hay de quemar calorías. mayor es la probabilidad de ganar peso.
La mejor manera de controlar el cortisol es con ejercicio diario, incluido un mínimo de 40 minutos de cardio cada día. En cuanto a la alimentación, la nutrición combate los niveles de cortisol con alimentos ricos en vitamina B (huevos, legumbres, frutos secos y verduras de hoja verde como las espinacas); los que contienen omega 3 y los ricos en minerales como el magnesio. Y por supuesto, dormir es fundamental.