Destapamos los problemas que puede incurrir el hecho de comer rápido y las verdades que existen en frases como «mastica lento» o «come despacio que te va a sentar mal».
En muchas ocasiones, especialmente cuando somos pequeños, hemos escuchado los consejos de nuestros familiares sobre comer lento y lo cierto es que esas recomendaciones son vitales. Los seres humanos ingerimos un alimento cualquiera, éste pasa al esófago y luego ya el alimento pasa por un proceso de digestión que actúa de manera independiente a la consciencia humana. En el único proceso que podemos actuar en el entramado digestivo es cuando masticamos, una etapa que puede alterar nuestro proceso digestivo en su conjunto si al masticar los seres humanos lo hacemos de manera más rápida a la adecuada.
El hecho de masticar rápido tiene dos efectos nocivos a la hora de digerir cualquier alimento: engullir rápido motiva a comer más porque cuando los seres humanos masticamos rápido no da tiempo a que tengamos la sensación de empacho y el segundo efecto trata sobre el empeoramiento a la hora de comer si la masticación se hace de forma más veloz.
Estas dos circunstancias tienen como resultado la imposibilidad de que nuestro aparato digestivo pueda absorber plenamente los alimentos que ingerimos en cualquier comida. En efecto, la salivación es fundamental para masticar bien, debido a que si no degustamos bien la comida, la masticamos más rápido, lo que, a su vez, deriva en que nuestra digestión sea más lenta y que luego tengamos mayor sensación de hinchazón con carácter retroactivo. Asimismo, una digestión lenta hace que el ser humano esté más cansado, ya que el aparato digestivo tira de energía corporal destinado para otras funciones cuando la masticación es más rápida de lo debido.
Comer rápido igual a metamorfosis en el metabolismo
La digestión consiste esencialmente en la descomposición de los alimentos que ingerimos para absorber los nutrientes y las proteínas más favorables para salvaguardar el estado óptimo de nuestro organismo. Sin embargo, masticar de forma más veloz implica en el perjuicio en la absorción de nutrientes, así como en la aspiración de más aires. Ésta última causa trae consecuencias muy comunes, como gases e hinchazón, lo que se conoce como aerofagia, aparte de los vómitos e el peor de los casos.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta sobre los deterioros que puede provocarnos el hecho de comer más velozmente está la aparición del Síndrome Metábólico, tal y como apuntan diversos nutricionistas de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo en esta materia. El Síndrome Metabólico provoca obesidad, aumento de la glucosa y, como ocurre en estos casos relacionados con los peligros para el organismo, incrementa el riesgo de accidentes cardiovasculares.