La música antes de dormir es una práctica conocida por todos. Pero, ¿debería aplicarse? Te lo desvelamos
Es una realidad casi socialmente aceptada por la vasta mayoría de gente que es imposible vivir sin música. O, al menos, la vida sería terriblemente más dura y aburrida. Escuchamos música cuando viajamos en el transporte público, mientras fregamos los platos o durante uno de esos interminables trayectos en coche a la oficina, que suelen estar interrumpidos por varios atascos. Pero, ¿qué hay de la música como medio para conciliar el sueño? ¿Es realmente efectiva?
Varios estudios recientes han permitido afirmar que, en efecto, lo es, en especial para aquellas personas que padecen insomnio. La música permite aletargar la actividad cerebral, reduciendo el estrés y los niveles de ansiedad acumulados a lo largo del día. Además, una melodía también puede actuar como un extraordinario placebo.
Es decir, si creemos que la propia música va a ayudarnos a conciliar el sueño, esto hará que el cerebro deje de recrearse en esas situaciones que nos preocupan y por culpa de las cuales sentimos la cabeza a punto de estallar. Esto se debe a la opinión tan extendida de que la música acarrea numerosos beneficios para la salud.
En cuanto a la forma, conviene escucharla siempre con auriculares para lograr un mayor efecto. Si, por el contrario, dejamos el móvil con el altavoz encendido sobre la mesilla de noche, la música podría no resultar de ayuda si, por ejemplo, nos cambiamos involuntariamente de postura durante la noche y dejamos de oírla.
Es importante que se trate de música y no solo de sonidos blancos y relajantes. Por ejemplo, un vídeo de YouTube que replique el sonido de las gotas de lluvia repiqueteando contra el cristal de una ventana puede ser efectivo para despejar la mente y lograr un estado de relajación pero no nos permitirá conciliar el sueño al no tener una melodía definida.
No todo vale
Como ya habrá supuesto el lector, no cualquier tipo de música es apropiada para aumentar la calidad del sueño. Huelga decir que el último hit de reguetón puede tener en nosotros el efecto contrario al deseado, es decir, disparar nuestra frecuencia cardíaca e insuflarnos una dosis de adrenalina y energía que no nos conviene durante la noche.
Así, la música escogida debe ser preferiblemente clásica, puesto que esta suele adecuarse a unas 60 unidades de tiempo por minuto. Un ritmo que, según los expertos, tiene una frecuencia casi exacta a la de los latidos de nuestro corazón. Así, órgano y canción irán acompasados hasta que logremos caer dormidos.