Siempre se ha dicho que madrugar aumenta la productividad. Te contamos hasta qué punto es cierto
Madrugar es el gran demonio que nos acecha a la mayoría día tras día. Una de esas cosas que buena parte de la sociedad odia con todo su ser. Por lo general, madrugamos cuando nos vemos obligados a hacerlo, cuando tenemos que fichar en la oficina a primera hora de la mañana o cuando tenemos que asistir a clase cuando el sol aún no se ha desperezado en el cielo.
Sin embargo, hay una serie de personas que el inglés ha calificado como morning people que se desenvuelven mucho mejor con los primeros rayos del alba. ¿Cuál es su secreto? Pues simplemente el hecho de que ellos han logrado crear un hábito que el resto no tenemos la voluntad suficiente para poner en práctica.
Aunque parezca muy elemental, para poder madrugar primero debemos asegurarnos de que nuestro descanso sea de calidad, entre 7 y 8 horas. Para ello es necesario acabar el día en un estado de agotamiento, tanto físico como mental. Para conseguir el primero, basta con realizar ejercicio físico de manera regular, ya sean ejercicios cardiovasculares como hacer una caminata, salir a correr, subirse a una cinta o a una bici de spinning o similar.
Para lograr el segundo, es necesario tratar de despejar la mente lo máximo posible, dejando a un lado el estrés de la jornada y apartando de nuestro pensamiento esas preguntas y errores que cometimos en el pasado y que nos acosan todas las noches. Para ello es bueno ejercitar la escritura o la lectura, tal y como comentamos en otros artículos. Bajo ningún concepto es recomendable adelantar trabajo del día siguiente de madrugada a menos que sea estrictamente indispensable.
La productividad
Lo cierto es que si este descanso es adecuado, la productividad puede verse aumentada. Lo más habitual es que las personas decidan cultivarse a sí mismas en este tiempo, ya sea haciendo deporte, realizando alguna actividad artística como dibujar o escribir o incluso leerse el tema que se va a tratar en clase ese mismo día.
La clave está en hacerlo poco a poco hasta convertirlo en una rutina constante. Puede empezarse por programar la alarma para que suene 15 minutos antes de lo normal y después ir adelantándola progresivamente hasta llegar a levantarse una hora antes de lo previsto. Es un hábito saludable que podemos incorporar a nuestro estilo de vida para lograr una paz física y mental que nos hará más felices.
