La cena es una de las comidas más propensas a ser saltadas, pero ninguno de nosotros sabe las consecuencias. Te las contamos
La cena es una de las comidas mas propensas a ser saltadas. ¿El motivo? Creemos que es una decisión muy acertada para acelerar nuestro proceso de adelgazamiento. Porque la realidad es que, muchas veces, solo pensamos en cambiar nuestra alimentación cuando hemos ganado unos kilos de más. Antes no solemos ser previsores.
Todos nos sabemos al pie de la letra la teoría de la pérdida de peso: comer menos hasta llegar a un estado de déficit calórico y quemar las calorías ingeridas durante el día a través de actividad física regular en la que se incluyan tanto ejercicios de fuerza como cardiovasculares.
De acuerdo a esta idea tan elemental, podríamos llegar a pensar que saltarse la cena podría tener para nosotros grandes beneficios. Al fin y al cabo, una comida menos es un buen puñado de calorías que no introducimos al organismo y, por tanto, podríamos llegar antes a ese ansiado déficit.
Los expertos aseguran que esta podría ser una idea nefasta. Es cierto que se recomienda practicar durante el día una ingesta calórica «descendente», es decir, la mayor cantidad de calorías deben consumirse durante el desayuno y la comida para luego caer en picado en la cena, donde apenas nos restan unas horas para irnos a la cama y la quema podría volverse muy complicada.
Sin embargo, este plan tiene un flagrante agujero al que puede asomarse un enemigo mortal: el hambre. Un estudio ha reflejado que las personas que se saltan las cena tienden a despertarse en mitad de la noche con un apetito voraz, dispuesto a arrasar con el primer alimento de picoteo que encuentren en el frigorífico o la despensa.
Cena sana
El problema es que estos alimentos que se engullen de madrugada suelen ser de consumo rápido y muchas veces con un elevado contenido en grasas como quesos muy curados, chorizo o alimentos ultraprocesados como galletas y otros ejemplos de bollería industrial. Comemos sin conocimiento, como animales obedeciendo a un instinto primario de supervivencia y cualquier producto es válido para llenarnos el gaznate.
Por ello, aunque ligero, es importante no desatender la cena. Se puede cenar algo muy sencillo como una tortilla francesa y un yogur natural desnatado, lo suficiente para aplacar el hambre y evitar despertarse de madrugada. También puede optarse por una pieza de fruta o por verdura rehogada.
