El gran dilema de los desayunos españoles ha sido siempre el choque entre aceite y tomate. ¿Cuál debe ir primero en una tostada?
Tal vez parezca una pregunta tonta, pero seguro que alguna vez ha asomado a tu mente. La alarma del espectador retumba en la cuatro paredes de tu cuarto, la apagas de un manotazo y te apresuras a destaparte para no volver a quedarte dormido. Te arrastras como puedes hasta la cocina y pones dos rebanadas de pan de centeno o de molde en la tostadora. Una vez se han tostado por ambos lados las deslizas a un plato y preparas los ingredientes.
El primero es un tomate. El segundo, un chorro de aceite. Ahora bien, ¿cuál va primero? Probablemente nunca te lo hayas preguntado. Tal vez tan solo te hayas limitado a engullir las tostadas en tiempo récord y a salir de casa lo antes posible para evitar estancarte en un atasco en el trayecto al trabajo. Pero lo cierto es que esta decisión no es tan nimia como puede aparentar.
En primer lugar se deben considerar las diferencias entre comunidades autónomas. En Aragón y Cataluña, donde las plantaciones de tomates se extienden por las zonas rurales, el tomate se unta primero y después se remata con el chorro de aceite. Por el contrario, en Andalucía, donde el aceite es comúnmente denominado «oro líquido», es el aceite el que se echa primero para después cubrirlo con el tomate. Como pueden ver, todo parece reducirse a la región de España en la que se sirva cada desayuno y no responde a ningún criterio culinario concreto. Varios chefs del país han logrado arrojar luz sobre este dilema y han explicado que la cuestión va mucho más allá de una diferencia territorial.
La forma correcta
El cocinero Javier Llorca parece haber dado por la tecla para desentrañar esta cuestión. El chef ha asegurado que la mejor forma de disfrutar de la tostada pasa por empapar primero la rebanada de turno en aceite para después incorporar el tomate a posteriori.
El tomate no se debe incorporar de cualquier forma. El mejor método, asegura Llorca, es rayarlo. De esta manera se obtendrá el mejor resultado posible. Aunque existen otras técnicas como restregarlo contra el pan o incluso triturarlo junto al aceite como acostumbra a hacerse en los bares, la única forma de aprovechar al máximo su sabor es rayarlo y dejarlo caer sobre el chorro de aceite.