La insecticida es una de las mejores soluciones para repeler a los bichos. Pero quizá no sea tan buena como creías
A todos nos ha pasado en alguna que otra ocasión. Un visitante inesperado en nuestra cocina. Allí, en un solitario rincón de la estancia, en la esquina que se encuentra detrás del fregadero, ha asomado alguna vez una cabeza con antenas y brillantes e insondables ojos negros que se afanan mordisqueando media rodaja de tomate que probablemente se nos haya caído sin darnos cuenta el día anterior.
¿Qué hacer en estos casos? La lógica que seguimos la mayoría nos impulsa a emplear una insecticida para librarnos de ese molesto nuevo inquilino. Y, la mayor parte de las veces, ni siquiera nos detenemos a analizar fríamente la situación. La psicología defiende que las fobias a insectos constituyen el tipo de fobias más extendido de cuantas existen. Por tanto, es muy posible que tomemos a toda prisa el repelente de turno y lo rociemos a discreción contra el insecto causante de nuestro repentino ataque de ansiedad.
Pero hemos de saber que esta solución, aunque que las cucarachas y demás parientes se retuerzan ante nuestros ojos, no siempre es del todo efectiva ni recomendable. Al contrario, antes de aplicar insecticida sobre un insecto es necesario retirar cualquier alimento de la zona o bien cualquier superficie sensible al contacto del espray como el papel. Si el insecto se encuentra sobre una baldosa, basta con limpiarla a posteriori con una servilleta o simplemente con papel de cocina.
No hacen milagros
El problema llega cuando, fruto de este ataque de pánico, se nos olvida consultar las instrucciones de uso del espray. Existen varios modelos, en especial los destinados a erradicar insectos más grandes como las cucarachas, que deben tratar de manipularse con guantes o, en su defecto, con una precaución extrema. En ocasiones, si el contenido del recipiente entra en contacto con nuestra piel puede provocar dermatitis o erupciones.
Uno de los errores más comunes también pasa por creer que las insecticidas son una serte de panaceas, un veneno letal para toda clase de insectos. La realidad, sin embargo, es bien distinta. La insecticida no es capaz de hacer milagros y muchas veces su uso está limitado a bichos pequeños como saltamontes, moscas o arañas. Sin embargo, para un insecto más grande, esta puede ser totalmente inservible.