Las bebidas energéticas pueden resultar peligrosas para el organismo. Este es el componente responsable de ello
Las bebidas energéticas son uno de los refrescos más comunes entre los adolescentes. Buena parte de la culpa la tienen las campañas de promoción a gran escala articuladas y lanzadas desde Estados Unidos, que muestran a jóvenes atractivos que visten una chupa de cuero mientras apuran de un trago un Red Bull.
Es por eso que la mayoría de nosotros ha decidido hincarles el diente y consumirlos con tanta fruición. Lo que nos lleva a preguntarnos si este consumo es saludable para el organismo. La cultura popular nos invita a pensar lo contrario y, en muchos casos, una parte importante de los que sostienen este argumento alegan siempre el mismo motivo, un componente determinado en la composición de la bebida: la taurina.
Sin embargo, basta con que echemos un breve vistazo a la literatura médica para darnos cuenta de que no es así. Al contrario que la creencia popular, la taurina es beneficiosa para el organismo. Es la encargada de producir energía a través de la reconstrucción celular, permite que el cuerpo procese adecuadamente el ácido biliar que de otra forma podría resultar tóxico.
Entonces, ¿dónde se encuentra el origen de este mito? Muchos defienden que las bebidas energéticas son bombas de relojería embotelladas. Y, en efecto, pueden serlo. Pero la taurina no es ni de lejos la principal causante de que resulten perjudiciales en líneas generales. De hecho, es la peligrosa mezcla entre cafeína, azúcar y otras sustancias la que puede ser peligrosa.
El sueño
Puesto que la finalidad prioritaria de las bebidas energéticas es mantener la actividad del organismo y evitar que decaiga, los fabricantes han incluido en su elaboración las dos sustancias que insuflan más energía: el azúcar y la cafeína. Ambos se caracterizan por pasar a la circulación sanguínea rápidamente, por lo que generan un subidón de adrenalina a corto plazo que, si no se controla con el tiempo, puede conducir a afecciones cardíacas graves.
Huelga decir que estas bebidas pueden fomentar la aparición de insomnio en periodos de tiempo muy prolongados y aumentar la sensación de deshidratación en el cuerpo. Esto se debe a que la cafeína es un componente irritante que, una vez consumido, produce sequedad en la garganta y aumenta la sed.