El pomelo es una fruta conocida por muchos, pero consumida por muy pocos. Te contamos sus enormes beneficios
El pomelo es una de las frutas más repudiadas de cuantas existen. La mayoría de nosotros lo conoce como una variante del limón, ácida y amarga, cuyo sabor no resulta agradable al contacto con el paladar y que tal vez podríamos incluir en algunos cócteles como la limonada, pero difícilmente podríamos acostumbrarnos a tomarlo todos los días.
Pues bien, como suele ser habitual en estos casos, una parte importante de expertos aconseja lo contrario, es decir, incorporar el pomelo a nuestra dieta podría resultar mucho más beneficioso de lo que en un primer momento pensamos. Te contamos cuáles son sus principales ventajas y los motivos por los que deberías comerlo más a menudo.
El pomelo pertenece al grupo de los cítricos, como el limón o la naranja. Esto significa que su composición suele ser rica en agua y muy bajo en calorías. Al contener un 90% de agua, el resto de la composición no entraña grasas. Además, su aporte calórico es similar al de un yogur: apenas 42 calorías cada 100 gramos. Está demostrado que el pomelo no solo ayuda a adelgazar, sino que puede llegar a reducir el perímetro de la cintura.
Además, favorece la generación de colágeno, una proteína indispensable para mantener el crecimiento del pelo, las uñas, la piel, las encías, los huesos. También mejora la absorción de minerales como el hierro y el cinc, que actúan como potentes antioxidantes para la regeneración del tejido muscular y el fortalecimiento del sistema óseo, lo que los hace muy adecuados para los deportistas. De esta manera y a largo plazo, la ingesta del pomelo fomenta la reducción progresiva del cansancio físico.
Su sabor amargo se debe a una sustancia llamada naringenina, que estimula la función hepática, ayudando al hígado a descomponer las grasas y convirtiéndolo en un agente depurativo que elimina los restos producto de la digestión.
Cómo tomarlo
Al igual que sucede con otras frutas, el pomelo puede ingerirse de varias formas y resulta bastante versátil en temas culinarios. Sin embargo, no puede cortarse por la mitad y comerse a cucharadas como ocurre con el kiwi o incluso la naranja. Lo mejor es exprimirlo y aprovechar el zumo resultante para elaborar batidos y sorbetes.
Finalmente, el pomelo también puede emplearse, si se tritura correctamente, para la confección de mermeladas artesanales exóticas, muy distintas a las clásicas de fres y melocotón. La cáscara también puede aprovecharse para preparar infusiones.