El cacao es uno de los líderes de los desayunos y las cenas de todo el mundo. Pero, ¿es realmente lo que parece? Te lo contamos
El cacao en polvo es bien conocido por todos nuestros lectores. Si sois de los que acostumbráis a tomar un buen vaso de lecho nada más empezar el día, probablemente también os guste aderezarla con una cucharada de cacao en polvo. Y si, por el contrario, sois de los que se ven obligados a realizar la primera comida del día fuera de casa, es probable que acudáis a vuestro bar de confianza para pedir el mencionado vaso de leche acompañado de un sobre de cacao en polvo.
Y también es igualmente probable que lo vertamos sobre la leche sin ningún tipo de remordimiento por el cuidado de nuestra dieta. El cacao en polvo tiene un aporte calórico elevado y una parte considerable de su composición la forman grasas saturadas y azúcares procesados industrialmente para facilitar su conservación.
A pesar de ello, al igual que el resto de alimentos, la balanza también tiene un plato de puntos a su favor. Entre ellos puede encontrarse un gran valor proteico y una importante cantidad de antioxidantes, ideales para los deportistas por sus propiedades de regeneración del tejido muscular y fortalecimiento del sistema óseo.
Además, el cacao en polvo contiene una sustancia que estimula la acción cerebral y tiene efectos parecidos a los de la serotonina. En concreto, se trata de la feniletilamina, que aporta una sensación de euforia. Es precisamente a esta sensación de euforia a la que se refieren las principales marcas de cacao en polvo cuando hablan en sus respectivos spots publicitarios de la «energía» que proporcionan sus productos.
La ciencia
Almargen de su componente nutricional, la ciencia tiene su propia opinión con respecto a las propiedades del cacao en polvo. Un estudio encarrilado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha tratado de demostrar que el consumo de un vaso de leche con cacao podría llevar, a largo plazo, a un aumento de la agudeza visual del sujeto en cuestión.
Las conclusiones derivadas del experimento han demostrado que, si bien es cierto que no influye e el grado de adaptación de las pupilas a la iluminación, sí que tiene efectos directos en la focalización de la atención y la mejora del procesamiento de información visual. De la misma forma, los frutos rojos podrían tener propiedades similares.