El calabacín es una verdura menos consumida que otras. Te explicamos por qué es una buena idea incorporarlo a tu dieta
El calabacín es una verdura menos habitual que otras de su condición. Ya sea porque otras requieren menos tiempo para ser elaboradas o porque, en muchos casos, comer verduras parece más bien una penitencia que un gozo y muchos de nosotros nos limitamos a adquirir el primer alimento de color verde que vemos en el supermercado sin preocuparnos por su procedencia.
El calabacín en concreto es una de esas verduras que parecen relegadas a un rincón de los estantes, pero lo cierto es que presenta grandes beneficios para nuestro salud. El primero de ellos es su pertenencia a la familia de las cucurbitáceas, de la que también forman parte el pepino, el melón o la sandía. Todos ellos se caracterizan por ser ricas en agua, que supera el 80% de su composición.
El resto de su valor nutricional se reparte entre otras sustancias beneficiosas. Entre ellas se encuentra la vitamina B, que incide directamente sobre el aparato circulatorio y la circulación sanguínea, previniendo problemas como la arteriosclerosis, que afecta a la presión arterial.
Al igual que el plátano, el calabacín cuenta con un importante aporte de potasio, que elimina el sodio del organismo y favorece la eliminación de líquidos y asegura el correcto funcionamiento del aparato excretor. Además, las vitaminas C y A presentes en su composición también tienen propiedades antioxidantes, ideales para los deportistas por su capacidad de regeneración de tejido muscular. Asimismo, también previenen el envejecimiento y la aparición de canas y arrugas en el rostro.
De hecho, el calabacín se ajusta perfectamente a la creencia popular de que las zanahorias mejoran la salud ocular. Esto se debe a una sustancia presente en la mayoría de especies de la familia de las cucurbitáceas llamada zeaxantina, que mejora la agudeza visual e incluso podría llegar a prevenir la aparición de cataratas.
Preparación
El calabacín puede prepararse de muy distintas formas en función de los comensales a los que se pretenda sorprender. Una buena opción es prepararlo relleno de un queso suave o simplemente cortarlo en rodajas y cocinarlo a la plancha como acompañamiento a una carne.
También puede elaborarse un pan de calabacín similar al de plátano o añadirlo crudo a ensaladas frías para aumentar el aporte de agua. Finalmente, puede batirse y añadirse a purés acompañado de queso o de otras verduras como la zanahoria.