El aceite de coco es uno de los más repudiadas. Te contamos por qué deberías consumirlo con precaución y cuáles son sus ventajas
El aceite de coco es un alimento polémico. O, mejor dicho, es el producto de un alimento polémico. La mayoría de nosotros probablemente no tenga al coco entre las frutas que cuentan con más presencia en su plan nutricional y, a muchos de nosotros aún nos cuesta disociarlo de escenas tan míticas del cine como Náufrago, dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks, en la que este último se vio obligado a consumir leche de coco para subsistir.
Aunque, por suerte, ninguno de los lectores se halla en una isla desierta al borde de perder la cordura, sí que queremos advertirles de que, si alguna vez desean consumir aceite de coco, este podría no ser tan beneficioso como creen. Es cierto que muchos habrán probado ya el sabor del coco en los yogures desnatados, pero puede que la siguiente explicación les disuada de volver a comprarlo.
En primer lugar, el coco es una fruta extremadamente difícil de tratar. No solo por su conocida dureza, sino porque, precisamente por ella, no se trata de forma manual sino que atraviesa muchos procesos en los que intervienen máquinas y esto implica, como bien sabe, el procesamiento industrial y las consiguientes grasas saturadas y azúcares que suelen traer aparejadas.
Debido a esto, el consumo elevado del aceite de coco puede llevar a un aumento del colesterol LDL o malo en sangre, lo que provoca el estrechamiento de los vasos sanguíneos, aumenta considerablemente la presión arterial y podría ser indicativo de infartos de miocardio y otros problemas coronarios en un futuro. Esto se debe a que las grasas saturadas que contienen no suelen ser de buena calidad al proceder de aparatos industriales.
El lado bueno
Sin embargo, la balanza no está completamente desequilibrada. El aceite de coco presenta un uso fundamental y muy típico que puede hacer que algunos de nuestros platos queden deliciosos si se aplica con mucha moderación. Y nos estamos refiriendo, evidentemente, a los postres.
El sabor del coco es uno de los más reconocibles y peculiares de cuantos existen, por lo que puede emplearse para edulcorar una ensalada o para elaborar batidos de frutas caseros. De hecho, llevándolo un paso más allá, el aceite de coco se emplea en el mundo de la cosmética para la elaboración de perfumes y de cremas faciales.