Hacer ejercicio antes de desayunar podría resultar clave para conseguir resultados. Te contamos sus ventajas
Probablemente alguna vez la idea haya cruzado tu cabeza. Has dormido bien, algo inusual en ti. Te has destapado rápidamente y te has incorporado con energía. Hoy es uno de esos días en los que ves el cielo pintado de azul. Tal vez al término empiece a encaportarse, pero puede decirse que has empezado con el pie derecho. Llegas a la cocina…
Pero no desayunas. No, no ahora. Te sientes dispuesto, rebosante de energía y tal vez el desayuno te apalanque y le ponga freno a tu productividad. Te quitas el pijama, te enfundas en tu chándal deportivo y dejas que los primeros rayos del alba guíen tus pasos por el camino habitual. Ya desayunarás después.
Los expertos han advertido de que eta práctica puede tener numerosos beneficios para la salud. Un reciente estudio encarrilado en el ámbito universitario académico ha demostrado que aquellas personas que practicaban deporte antes de tomar su desayuno obtuvieron resultados en su condición física más rápidamente que aquellos que se ejercitaron después de la primera comida del día.
El motivo reside en la insulina. Cuando se realiza ejercicio después de desayunar, el cuerpo emplea la grasa presente en la comida para generar la energía que requiere el deporte. Si, por el contrario, no hemos desayunado y tenemos el estómago vacío, el organismo empleará la grasa presente en la sangre, eliminándola del torrente sanguíneo, acelerando su pérdida y contribuyendo a otras ventajas para el aparato circulatorio como la reducción de la presión arterial y de los niveles de colesterol LDL o «malo».
Además, los conductores del estudio aseguran que, practicado a largo plazo, el cuerpo logrará aumentar su capacidad de respuesta a la insulina, lo que ayudará a eliminar la glucosa en sangre con mayor velocidad que de costumbre.
Sin embargo, es necesario extremar la precaución a la hora e realizar ejercicio a primera hora de la mañana. Si normalmente estamos acostumbrados a tomar un desayuno rico en azúcares, es posible que nuestro cuerpo no responda adecuadamente ante una sesión de entrenamiento de alta intensidad o a una caminata larga.
El otro factor determinante es el descanso durante la noche. No debemos hacer ejercicio a primera hora sin antes habernos asegurado de estar despejados o, de lo contrario, la fatiga aparecerá durante los primeros minutos de la rutina.
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