El ejercicio en casa continúa siendo una alternativa para muchas personas. Te contamos sus beneficios
El ejercicio en casa fue una práctica que se popularizó con la llegada de la pandemia. Algunos aprovecharon para dar uso a esa bici de spinning que tenían cogiendo polvo en un rincón de su habitación, otros se hicieron con esterillas y gomas elásticas y también los hay que se limitaron a realizar flexiones sobre la baldosa. En cualquiera de los casos, el ejercicio doméstico puede ser tan efectivo como el que se realiza en un gimnasio. Te contamos por qué.
En primer lugar, el ejercicio en casa, al igual que en otra localización, reduce considerablemente los niveles de cortisol del cuerpo, la hormona encargada de generar estrés y ansiedad. Esto se debe a la liberación de endorfinas durante la práctica deportiva, la hormona diametralmente opuesta que genera una sensación de felicidad.
El ejercicio en casa también ayuda a conciliar el sueño. Por lo general, los entrenamientos en casa suelen ser cortos y de alta intensidad, lo que provoca que, a su término, nos encontremos físicamente exhaustos, con la frecuencia cardíaca disparada, los niveles de adrenalina por las nubes. Todo ello contribuye a mejorar la calidad del sueño al final del día.
A largo plazo, el estado de ánimo mejorará y nos sentiremos más motivados para seguir realizando tablas. Esto se debe a que el ejercicio aporta una sensación de progreso única. Con el tiempo nos sentiremos más fuertes y con más energía que el primer día que empezamos. Si mantenemos la disciplina, esto llevará a una mejora de nuestra confianza y de la autoestima, puesto que esta tiene que ver directamente con la destreza.
Los beneficios internos
El ejercicio en casa también tiene un impacto directo sobre nuestro organismo. El más evidente es el fortalecimiento de los huesos debido a un aumento progresivo de la densidad ósea y la prevención en el futuro de dolencias como la osteoporosis. Asimismo, el aumento de nuestra capacidad de resistencia lleva aparejada una mejora del sistema inmune, es decir, de las defensas del cuerpo.
Respecto, al aparato circulatorio, el ejercicio permite reducir el nivel de azúcar en sangre y, a largo plazo, mejorar el nivel de concentración. Esto último se debe a que el correcto riego sanguíneo aumenta los niveles de oxígeno en el cerebro. Para ello es recomendable practicar ejercicios de fácil ejecución c0omo abdominales, sentadillas, flexiones y planchas e ir aumentando progresivamente el número de repeticiones.
