El árbol de Navidad es uno de los iconos más representativos de la última fiesta del año. Sin embargo, encierra una verdad alarmante
A la vasta mayoría de gente le gusta la Navidad. Es la época de reunirse con los allegados, de abrazar a esa persona especial de la que nos han separado centenares de kilómetros, de hacer retrospectiva del balance del año y de regalar sin esperar recibir nada a cambio. Pero, por supuesto, la Navidad también encierra secretos no muy agradables.
Uno de ellos es la iluminación. A todos nos encanta decorar el árbol cuando las aclamadas fiestas se acercan. Tal vez lo hayamos escogido para la ocasión y hayamos comprado unas bolas brillantes cubiertas de purpurina. Quizás media docena de espumillones lo atraviesen de parte a parte como serpientes multicolores. Y quizás una estrella refulja en lo más alto, indicándole a Santa Claus dónde debe detener su trineo.
Si eres de los que opta por adornarlo a la manera tradicional no deberías tener problema. Sin embargo, si, al contrario, sueles desplegar una red de cableado led para iluminarlo, es posible que estés contribuyendo a la contaminación lumínica de la zona e incluso de tu casa.
Y no, contrariamente a la creencia popular, dicha contaminación no se debe a la potencia de las bombillas led. De hecho, las led son las bombillas más eficientes del mercado y una de las menos intensas, contando tan solo con unos 10W de potencia, un cuarto de la intensidad que se encuentra en las tradicionales de tungsteno. El principal problema llega con la cantidad. Puesto que la iluminación no es tan potente, los ayuntamientos acostumbran a desenrollar toda una red de luces que, sumadas entre sí, superan con creces los límites energéticos establecidos por los organismos internacionales.
La luz y el CO2
Otro de los principales inconvenientes de las luces navideñas es su incompatibilidad con el humo de los coches. Las emisiones de dióxido de carbono procedentes de los automóviles generan gases que se elevan a la atmósfera pero que terminan disipándose a medio plazo. No obstante, esto no sucede si hay luz, pues esta impide que las moléculas se deshagan, manteniendo el CO2 en el cielo durante un período de tiempo prolongado.
Así que, ya sabes, si estas Navidades quieres poner el árbol, mejor será que extremes la precaución y dejes de lado esa maraña de led. Estas fiestas, Santa Claus puede contentarse con las bolas y los espumillones.