El cactus es una planta muy común para adornar nuestros hogares. Te explicamos el problema que tiene según una creencia china
Los cactus son plantas muy populares a la hora de escoger cómo decorar el hogar. Muchas personas optan por apostar por los cactus como sus socios preferentes, ya sea porque son personas olvidadizas y prefieren acoger plantas que no requieran de un cuidado exhaustivo o porque les suscitan curiosidad por su aspecto único. El cactus suele ser una de las opciones más demandadas, pero convendría extremar la precaución a la hora de tenerlos en casa.
Sin embargo, una antigua filosofía china denominada Feng Shui desaconseja su presencia en el hogar. Esta corriente sostiene la existencia de energías que gobiernan el mundo y de elementos capaces de atraerlas y repelerlas. El objeto de todo ser humano debería ser lograr una vida plena y, para ello, deben fluir en su entorno más energías positivas que negativas. El cactus constituye uno de esos elementos que actúan como repelentes.
La explicación que aporta esta corriente de pensamiento se basa en las púas que asoman en su superficie. Esta circunstancia, sumada a que los cactus afloran el desierto, les confiere una imagen de supervivientes, de seres vivos que se han visto obligados a desarrollar toda suerte de técnicas aversivas para poder subsistir en una atmósfera hostil asolada por la arena y por las temperaturas abrasadoras.
Es por ello que, si se decide adquirir uno, debe situarse próximo a la ventana, como guardián protector de los malos augurios procedentes del exterior, a los que mantendrá alejados gracias a sus afiladas púas. Si, por el contrario, se ubica cerca de la puerta, el efecto será el contrario, es decir, el cactus atraerá las malas energías, puesto que invita a todo aquel que atraviese el umbral a un interior en el que le aguardan las púas.
El cuidado
Cuidar un cactus es relativamente fácil. Esta planta no requiere tanta agua como otras, por lo que tampoco ocupará demasiado espacio en nuestro calendario la obligación de paralizar nuestras obligaciones profesionales para regarla.
Para hacerlo basta con coger el tapón de una botella de plástico y llenarlo de agua. Acto seguido, se vierte el agua sobre la maceta. Si se trata de un ejemplar pequeño, bastaría con realizar el procedimiento una vez al día. Si es más grande, lo recomendable sería verter dos o tres tapones de agua.