Los geranios son plantas muy resistentes a la acción de factores externos pero tienen un enemigo declarado. Te contamos cuál es
Los geranios son una de las plantas predilectas por la mayoría para decorar el balcón o el jardín. Y es que, al contrario que otros miembros de su familia, los geranios son especialmente longevos y resisten mejor que ningún otro los embates de las bajas temperaturas, del sol abrasador en verano y de otros factores que para otras flores habrían resultado letales.
Sin embargo, toso superhéroe tiene su criptonita y, en el caso de los geranios, se trata de una muy específica. Una mariposa de color terroso camuflaje que llama la atención por sus tonos apagados que desentonan con aquellos e los que suelen hacer gala el resto de sus hermanas. Se trata de la mariposa del geranio o taladradora del geranio, el único insecto capaz de reducir a escombros nuestra flor.
Su nombre proviene de su voracidad o mejor dicho, de la voracidad de sus larvas. El insecto poner los huevos dentro del capullo del geranio. Estos eclosionan, dando lugar a unas crías con hambre feroz que devoran todo a su paso, desde el capullo en el que han sido concebidas hasta el tallo, produciendo, a largo plazo, el desecamiento de la planta, que se torna mustia y, finalmente, muere.
Este pequeño homicida suele aparecer cuando las temperaturas oscilan en torno a los 20 grados centígrados y, dado que se trata de una especie relativamente nueva y probablemente exótica, aún no se conoce cuáles son sus depredadores naturales si es que los tiene. Por tanto, debemos extremar la precaución en nuestro balcón o jardín cuando llega el calor y recurrir a otros medios para librarnos de ellas. Este es el principal remedio para poder erradicarlas.
La insecticida
Aunque desde dieta.com ya hemos advertido en varias ocasiones acerca de los peligros que entraña el uso de insecticida, ante situaciones desesperadas, se han de tomar medidas desesperadas. Bastaría con rociarlos con un pulverizador en cuando los tengamos a tiro.
El problema es que en muchas ocasiones su acción es silenciosa y las larvas recorren el interior del geranio sin que podamos advertir su presencia. En este caso se ha de tantear la consistencia del tallo, observar que no hay agujeros en su superficie y que se mantiene firme. Si nos percatáramos de alguna de estas circunstancias deberemos arrancar el tallo de cuajo si no queremos que el resto de la planta se infecte.