El picante no es un buen aliado con el que debas contar en tu dieta. Te explicamos por qué debes consumirlo con mucha moderación
El picante y la salud nunca han sido buenos compañeros. Y es que, aplicando un poco el sentido común, es lógico pensar que un alimento que nos provoca una insufrible sensación de ardor en la lengua o en el estómago sea beneficioso para el organismo. La medicina nos asegura que, en efecto, no es lo más recomendable para incluir en una dieta sana. Estos son los principales motivos que señalan los expertos.
Los nutricionistas denominan supergustadores a aquellas personas especialmente sensibles al picante. Estas personas apenas toleran el sabor amargo, no suelen ser muy aficionadas a las verduras y tienen una amplia gama de receptores del dolor asociados al sabor. Sin embargo, también son personas más sanas pues rehúyen el dulce y los alimentos con grasas elevadas y apenas consumen alcohol ni se entregan al vicio de los cigarrillos.
Gracias a estas decisiones alimenticias, suelen mantener un perfil de vida más saludable, con un menor nivel de masa corporal y una buena salud cardiovascular libre de azúcares y con el colesterol dentro de los límites aconsejados. Es por eso que, para ellos, el picante es poco menos que una criptonita capaz de provocarles náuseas, vómitos, dolor abdominal intenso, úlceras, diarreas y hemorroides, además de cáncer de estómago en el peor de los casos.
Además, también deben mantenerse alejadas del picante aquellas personas que padezcan mucositis por quimio o radioterapia, enfermedades relacionadas con reflujos gástricos, rectitis o fisuras anales. Esto se debe a que el picante actúa como una apisonadora en los aparatos digestivo y excretor, causando estragos casi irreversibles si se mantiene en el tiempo. No obstante, existen remedios para paliar sus efectos en caso de emergencia.
El origen
La principal causante del sabor picante es una sustancia denominada capsaicina, que paraliza momentáneamente los nervios de la lengua. Si se trata de un picante suave estimulará la punta del músculo, mientras que un picante fuerte podría llegar a descender por el esófago, provocando ardor en la garganta y en el estómago a medio plazo.
Para acabar con esta molesta sensación, lo mejor es recurrir a alimentos grasos como la leche entera. El agua es altamente desaconsejable, pues la capsaicina es un aceite absolutamente incompatible con ella y no hará más que expandir la quemazón a otros lugares del cuerpo.