El Belén tiene una fuerte tradición en muchos países de Europa y ha ido evolucionando tanto en materiales como en formas de realización
Este año se ha cumplido el 800 aniversario de la primera vez que se instaló un Belén en el mundo. En 1223, Francisco de Asís monta la primera escenografía de lo que fue el nacimiento de Jesús. Concretamente en Greccio, Italia, monta en una especie de gruta, la imagen de un niño, la imagen de José y María, y dos animales vivos y delante de esa iconografía da la misa. A partir de ese momento se considera que nace la exposición del nacimiento de Jesús. Este año se cumplen ocho siglos de una tradición que ha ido evolucionando en todos los sentidos, no solo en materiales, sino también en figuras y representaciones.
El Belén entra en España a través de la corona del reino de Nápoles, y a partir de ahí empieza a evolucionar desde la primera puesta en escena. Francisco Salzillo, con la escuela murciana, es el primer fabricante importante que tiene España de figuras de Belén, de hecho tienen un museo en Murcia y es el primero que empieza a evolucionar en cuanto a la fabricación del mundo del Belén en España.
La tradición de escenificar el Belén es muy fuerte también en Italia, ya que no podemos olvidar que es algo que vino de allí, pero hay otros países como pueden ser Alemania o Austria donde hay muchísima tradición a la hora de montar el Belén.
El Belén es una tradición milenaria
El Belenismo es muy importante porque retrotrae a la persona a su infancia, algo que para muchos es muy importante. Solamente tenemos que echar un vistazo por todos los mercados navideños donde la estampa que más se repite es la del abuelo acompañando a los pequeños a realizar algún tipo de compra y especialmente para adquirir nuevas figuritas para el Belén. Posteriormente, cuando crecemos siempre quedará en nuestro recuerdo el acompañar a nuestros mayores a realizar este tipo de compras y escenificar el Belén. Esto explica que sea una tradición que perdure a lo largo de los años porque estamos hablando de ocho siglos de continuidad.
El Belén no solamente es importante como iconografía religiosa, sino también como experiencia de vida dado que une a muchas generaciones familiares.
Las piezas han ido evolucionando en muchas direcciones. En torno al Belén hay un mercado que ha ido creciendo de forma exponencial y que ha dado diferentes talleres y diferentes formas de trabajar. Ya no solamente tenemos las clásicas figuritas, sino que también podemos conseguir construcciones como molinos, pozos, edificios, granjas o castillos. Además, se da la peculiaridad de que todo es artesanal.
Antiguamente las piezas no eran de barro cocido, esto significaba que en el momento en el que se mojasen se deshacían. A partir de la revolución industrial fueron apareciendo nuevos materiales como el plástico, la resina, la marmolina o el polvo de alabastro que se han ido incorporando a la fabricación de figuras que colocamos en Navidad.