Algunas de las prácticas que hemos popularizado en la cocina no son beneficiosas para nuestra salud. Una ingeniera de alimentos lo advierte.
La cocina es una de las estancias más importantes de cualquier hogar. En ella pasamos la mayor parte de nuestro tiempo cuando estamos en casa, cocinando, comiendo e incluso socializando con nuestra familia. Por eso es tan importante mantener unas mínimas condiciones de higiene y de seguridad dentro de ella, sobre todo a la hora de preparar y manipular los alimentos. Ya que se trata de una zona en la que se entrelazan los organismos vivos de la comida con la humedad, dando paso a todo tipo de gérmenes.
Por una cocina pasan todo tipo de bacterias: salmonella, campylobacter, listeria o brucella, son los géneros bacterianos más comunes en estas estancias. Por eso no es de extrañar que una de cada diez intoxicaciones se produzcan en el hogar. El origen puede estar en la contaminación cruzada de los alimentos y los utensilios de cocina (principalmente los de madera), pero también en las malas prácticas que llevamos a cabo a la hora de limpiar, desinfectar y manipular la comida.
Son muchas las recomendaciones que tenemos que seguir a la hora de limpiar nuestra cocina y de preparar alimentos en ella. No utilizar los mismos utensilios para alimentos crudos y cocinados, lavar muy bien las tablas de madera después de usarla, higienizar la nevera cada dos semanas, etc. Pero cuando se trata de nuestra salud y seguridad toda precaución es poca. Afortunadamente cada vez tenemos más conocimiento sobre seguridad alimentaria, aunque seguimos cometiendo errores graves que pueden poner en peligro nuestra salud.
Montse Melendez (@monalimentos), ingeniera en alimentos, divulgadora e investigadora, advierte, en sus redes sociales, de tres prácticas que debemos dejar de hacer en la cocina para mantener la seguridad.
La primera de ellas es desinfectar alimentos con vinagre o bicarbonato. Ninguno de los dos garantiza una limpieza y desinfección correcta. Por lo tanto podríamos ingerir una fruta o verdura contaminada y correr el riesgo de intoxicarnos. Melendez recomienda la desinfección con otro tipo de productos como el ozono, desinfectantes a base de ácidos o incluso cloro.
Otra de las prácticas que debemos olvidar es cocinar con agua del grifo, siempre debemos optar por la embotellada. El agua embotellada pasa por varios procesos de purificación donde se desinfecta correctamente y se retiran metales pesados. Por lo que al cocinar con agua del grifo nos podríamos exponer a altas concentraciones de metales o cloro que con el tiempo podrían dañar nuestra salud.
Por último, no cambiar las esponjas de lavar los platos. Con las esponjas ocurre algo parecido a los utensilios de madera. Es un material muy poroso, húmedo y suele contener resto de comidas, por lo que es perfecto para almacenar una gran cantidad de microorganismos. No cambiarla cada 15 días, según recomiendan los expertos, puede contribuir al desarrollo de infecciones y enfermedades. Lo mismo ocurre con las bayetas y paños de cocina.
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