Las rutinas de cardio son un componente indispensable de un buen entrenamiento orientado hacia la tonificación. Te contamos cómo completarlo
Las rutinas de cardio son un componente fundamental a la hora de diseñar un buen plan de entrenamiento. Ya sea salir a correr cuando aún despuntan los primeros rayos del alba, una buena sesión en la bicicleta de spinning o simplemente un largo paseo por el parque que está al lado de tu casa ya podrían ser suficientes para complementar tu actividad física con los ejercicios de fuerza que ejecutas en el gimnasio.
Sin embargo, el cardio, aunque menos practicado, requiere de un menor nivel de complejidad que los apartados técnicos de las máquinas del gym. Ya hemos hablado en dieta.com de los saltos a la comba, de las rutinas de la cinta de correr y de los paseos cercanos a la naturaleza. Hoy trataremos uno de los ejercicios más elementales, pero, al mismo tiempo, también uno de los más completos: los saltos de tijera.
Para realizar un salto de tijera basta con que te coloques de pie con las piernas juntas y los brazos pegados al cuerpo. A continuación separa las piernas al tiempo que llevas los brazos por encima de la cabeza. Salta de nuevo y junta las piernas a la vez que vuelves a pegar los brazos a ambos costados del cuerpo y listo. Se trata de uno de los calentamientos más habituales entre los usuarios más asiduos del gimnasio, pero también resulta muy completo.
En primer lugar, los saltos de tijera permiten aumentar la circulación cardiovascular, mejorando las funciones del aparto circulatorio y evitando el riesgo de sufrir taquicardias, infartos de miocardio y otras afecciones derivadas del exceso de sedentarismo. Asimismo, también contribuye a aumentar nuestra capacidad pulmonar al exigir una respiración constante y profunda.
Contra el estrés
Los saltos de tijera también son sumamente útiles en la eterna disputa contra el estrés. El movimiento constante e intenso que demanda este ejercicio dispara los niveles de serotonina en el cerebro, una respuesta directamente incompatible con el estrés que segrega el cortisol. Esto, sumado a la adrenalina producto del tiempo invertido en los saltos, provoca un subidón que libera endorfinas y nos acerca a la felicidad.
Finalmente, los saltos de tijera aumentan nuestra flexibilidad. Al obligarnos a abrir y cerrar los brazos y las piernas, los músculos terminarán estirándose y fortaleciéndose y cada vez la separación del tren inferior podrá ser mayor.