La relajación está más demandada que nunca por el auge de la salud mental. Descubre la técnica más popular del momento
La salud mental está a la orden del día. Asuntos que antes parecían inconcebibles y de los que nadie se atrevía a hablar en una sobremesa han perdido en los últimos años su antigua etiqueta de tabúes. Y no solo eso, sino que su abordaje directo ha sido motivo de la creación de multitud de podcasts, canales multimedia en Internet, libros especializados y un sinfín de obras que ponen el bienestar mental como objetivo prioritario para lograr una vida plena.
Una de los terrenos más afectados por esta nueva revalorización del concepto es, sin duda, la psicología. Los profesionales de la mente humana están más solicitado que nunca e ir al psicólogo, aunque continúa siendo una cuestión atestada de prejuicios y estigmas sociales, se ha convertido para muchos en una normalidad agradable por la que no han de avergonzarse.
Quizá en otros tiempos la técnica del mindfulness podría haber pasado por el pasatiempo de un lunático. Ahora se ha probado como una de las prácticas más efectivas para conectar con el momento presente y desactivar el funcionamiento del cortisol, la hormona que genera el estrés y la ansiedad.
Para ponerlo en práctica tan solo es necesario seguir una serie de pasos que pueden realizarse desde la comodidad de nuestra casa. Primero se debe escoger un lugar que rezume tranquilidad, un espacio que favorezca la meditación y en la que los estímulos distractores sean totalmente inexistentes. La presencia de vegetación y naturaleza suele ayudar a impregnarnos en esa atmósfera de calma.
La segunda cuestión es una puramente física. Se debe encontrar una postura que permita mantener la espalda recta sin problema para así evitar dolores y contracturas posteriores en la zona lumbar. Aunque es bien conocida la postura del loto practicada por los monjes budistas, no recomendamos que la hagas salvo que tengas experiencia.
La consciencia plena
El tercer paso es controlar y focalizar la atención en nuestra respiración. Se deben ensayar inhalaciones y exhalaciones lentas, prolongadas y conscientes en las que se tome el aire por la nariz y se expulse por la boca. Lo siguiente es centrar la atención en estímulos pequeños que ocurran en tu cuerpo. Cualquier latido, palpitación del cuello, leve picor o roce de aire deber merecer toda nuestra atención.
El último paso consiste en trasladar esos pequeños estímulos a experiencias vitales que te han afectado en tu trayectoria, ya sea positiva o negativamente. La clave reside en aceptarlas como los estímulos pequeños de antes, dejando que inunden tu cuerpo y mente. De esta manera y con una práctica constante, tenderás a asociarlas con la calma y no con el estrés con el que hasta ese momento las vinculabas.