El hielo y el invierno son amigos inseparables. Te ayudamos a deshacerte de él fácilmente con estos sencillos trucos
El hielo y el invierno siempre han sido buenos amigos. Han caminado cogidos de la mano desde el inicio de los tiempos y su paso siempre ha dejado un rastro que puede apreciarse con claridad cuando llegan las fiestas navideñas. Unas pátinas relucientes que brillan sobre las aceras y que pueden causar más de una desgracia al transeúnte que camine despistado sin rumbo fijo. No entraremos en detalle sobre las lesiones que puede ocasionar una caída producida por un resbalón, pero sí te enseñaremos a librarte de esas molestas capas con estos sencillos trucos.
El primer remedio que te proponemos es, tal vez, uno de los más antiguos que se consiste en hacerte con una pala y hundirla sobre los rastros de nieve una y otra vez al tiempo que esta se aparta y se apila en un montón. Esta medida es eficaz si no hay demasiada nieve acumulada frente a la puerta de tu casa, peor podría ser insuficiente si se ha congelado y adherido al pavimento.
Si el problema es que el hielo se amontona en la salida del garaje y tienes dificultades para sacar el coche, entonces la arena podría ser una buena aliada. Es relativamente fácil de conseguir y permite que las ruedas logren una mayor tracción, pero también conviene saber que una tormenta puede convertirla en barro, desplazarla rápidamente y conducirla hasta un sumidero, formando así un tapón que impida el desagüe de líquidos.
Además, también es necesario tener en cuenta que la arena es bastante difícil de eliminar, dado que no presenta una composición homogénea y, por tanto, es posible que queden trazos de esta en el lugar donde la hemos empleado. Por ello, se recomienda barrer a conciencia dicho lugar y asegurarnos de que la previsión meteorológica es favorable para evitar lluvias torrenciales.
La sal
Pero, sin duda alguna, si existe un remedio que se impone con absoluto dominio sobre el resto, ese es la utilización de sal sobre las superficies heladas. Al contrario que la arena, es extremadamente barata y fácil de usar, pues basta con esparcirla sobre el hielo para que comience a hacer su magia y, además, es muy fácil distinguirla cuando caminamos por la calle.
Sin embargo, también presenta varios inconvenientes. El principal es que, al tratarse de un producto químico, es altamente corrosiva y puede causar estragos en planchas metálicas, baldosas y superficies de madera e incluso piedra, por lo que debemos vigilar muy bien el lugar por donde la extendemos.