Puede resultar una tarea ardua y aburrida, pero es fundamental para que tus recetas al horno no se estropeen.
En muchas ocasiones, vamos aplazando la limpieza del horno, los días pasan y la grasa se va quedando cada vez más pegada, convirtiéndose en un foco de bacterias. Por eso, lo mejor es limpiarlo cada vez que lo usamos y así lo tendremos siempre en perfecto estado para su uso; sin que se vaya acumulando la suciedad y, por ende, el trabajo.
No obstante, aunque lo limpiemos de manera habitual, conviene realizar una limpieza a fondo cada seis meses. Si quieres saber cómo debes adecentarlo de forma correcta, continúa leyendo.
Cómo limpiar el horno a fondo
Como hemos dicho al principio, lo mejor es limpiar después de cada uso. Para ello, necesitaremos un estropajo suave y jabón de lavavajillas, los cuales hay que pasar por todas las partes del horno. Posteriormente, para terminar, se debe retirar los restos de jabón con una bayeta húmeda. Por su parte, la limpieza más profunda, esa que hay que hacer dos veces al año, se puede hacer con diferentes productos, preferiblemente naturales.
En primer lugar, puedes utilizar bicarbonato y vinagre. Es recomendable emplear este método cuando el horno esté muy sucio. Lo primero en este caso es sacar todas las bandejas del horno y limpiarlas. ¿Cómo? En un bol mezclaremos 10 cucharadas de bicarbonato, 4 de agua y 3 de vinagre hasta que se forme una pasta espesa. Después, debemos cubrir toda la suciedad con esta mezcla y dejar actuar, al menos, durante 12 horas. Cuando haya pasado el tiempo, se ha de aclarar con una bayeta que esté humedecida con jabón neutro, a ser posible. Finalmente, es necesario eliminar con un trapo humedecido todos los restos que hayan quedado de jabón y dejar secar.
Otro producto que podemos usar para eliminar toda la suciedad del horno es el limón. Para llevar a cabo este método, tendrás que exprimir 3 limones y echar el zumo en un recipiente que podamos meter en el horno. A continuación, hay que añadir un tercio de agua al zumo. Después, es necesario introducir el recipiente en el horno y calentar a unos 120 grados durante 30 minutos. Cuando haya pasado el tiempo, se debe dejar que se temple y retirar el cazo. En caso de que siga habiendo manchas grandes, podrás retirarlas con una espátula de plástico. Finalmente, hay que limpiar todo el horno con un paño.
Si haces esto cada seis meses, tendrás el horno en perfecto estado y totalmente reluciente. De esta manera, se verá de mejor aspecto y, sobre todo, no desprenderá malos olores; de tal forma que tus recetas no cogerán ningún sabor extraño y quedarán deliciosas.