A la hora de cocinar y preparar pollo hemos normalizado una practica que puede ser peligrosa para nuestra salud y que la propia OMS ha advertido.
Mantener la higiene en la cocina es fundamental para evitar infecciones e intoxicaciones alimentarias que pueden poner en riesgo nuestra salud. Para ello es imprescindible la desinfección y lavado de determinadas áreas en las que vamos a cocinar o en las que ya lo hemos hecho. También es importante lavar algunos alimentos como las frutas o las verduras, ya que solemos comerlos crudos y pueden contener bacterias o microorganismos patógenos. No obstante, no todos los alimentos necesitan un lavado previo. En el caso de la carne, y en especial el pollo, debemos tener especial precaución con esta práctica que hemos normalizado y que puede ser peligrosa para nuestro organismo.
El pollo es un alimento alto en proteínas y con muchos beneficios para nuestra salud. Sin embargo a la hora de cocinarlo debemos tener especial cuidado con su manipulación, y evitar determinadas prácticas que hemos normalizado, y que conllevan un riesgo para nuestra salud. La carne de ave cruda contiene bacterias que pueden provocarnos una intoxicación alimentaria por lo tanto lo recomendable es cocinarla muy bien para evitar su propagación a la hora de ingerirlo. Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) advierten de la importancia de preparar bien determinados alimentos que pueden causarnos una infección gastrointestinal.
Los peligros de lavar el pollo antes de cocinarlo
Cuando se trata de preparar carne, y en concreto pollo, tendemos a pensar que lo conveniente es lavarlo para dejarlo limpio. Según la Agencia de Normas Alimentarias de Reino Unido (FSA en inglés) un 44% de las personas del país lavaba el pollo para eliminar la suciedad y los gérmenes. Sin embargo, este es uno de los muchos mitos y malas praxis que hemos extendido a la cocina. La propia FSA y la OMS alertan de que lavar el pollo aumenta el riesgo de propagación de bacterias como la Salmonella o el Campylobacter, entre otras.
Al lavar el pollo solemos colocarlo debajo del grifo salpicando todo lo que está alrededor, contaminando todo lo que entra en contacto con el agua con el que los estamos lavando. No solo el fregadero, también todas las áreas que lo rodean, pues las gotas de agua salen volando y lo «ensucian» todo. Las posibles bacterias de Salmonella o Campylobacter se eliminan al cocinarlas, pues son sensibles al calor. Eso sí, debemos asarlo muy bien y nunca ingerirlo crudo.
Algo muy importante también es no utilizar los mismos utensilios de cocina en los alimentos. Si hemos utilizado un cuchillo para cortar el pollo crudo o la carne, tenemos que coger otro nuevo para cortar el resto de alimentos como frutas o verduras. Por supuesto también tienes que lavarte las manos antes y después de manipular los alimentos y en especial el pollo crudo.