Existe un producto de origen árabe que ha aportado sabor a miles de postres desde que se popularizó. Te contamos de qué se trata
Los postres constituyen el plato favorito de muchos de nosotros. De hecho, algunos engullen cada día un tazón de sopa y un nada desdeñable chuletón de ternera solo pensando en la delicia que les espera cuando acaben la comida. Y es que el postre puede adoptar tantas formas y sabores que ha logrado engendrar una rama de las artes culinarias dedicada solo a su confección como es la repostería.
Uno de los postres más populares y valorados por la repostería son las frutas. Muchos son los nutricionistas que recomiendan la ingesta de al menos tres piezas de fruta diarias, entre las cuales se encuentra una durante el postre. A veces se toma sola, otras, para dotarle de algo más de sabor, con almíbar.
El almíbar es un producto de origen árabe que tiene como principal cometido la conservación de la fruta para garantizar un adecuado grado de madurez de esta. Su uso es muy destacado en frutas como el melocotón, que adquiere un inconfundible sabor dulce cuando se baña en almíbar. Asimismo, aunque menos comunes, también pueden introducirse en almíbar las peras o las manzanas.
Una de las principales ventajas del almíbar es que tiene un pequeño porcentaje de azúcar. Y sí, es cierto que no resulta lo más saludable para la salud, pero al azúcar evita que el alimento sobre el que está depositado desarrolle microorganismos que pueden dar al traste con su valor nutricional, hasta el punto de convertir el producto en una masa incomestible. El azúcar repele a las bacterias, que ralentizan en gran medida su velocidad de reproducción. Por ello, su proliferación tiende a ser mucho mayor en alimentos que no tienen azúcar.
La refrigeración
Una de las ventajas más destacadas del almíbar es que no requiere de refrigeración para ser consumido, sino que un alimento en almíbar puede ser comido en cualquier circunstancia y es menos vulnerable que otros a los cambios bruscos de temperatura.
Dado que la conservación es mucho más fácil con el almíbar, también se puede disponer durante todo el año de alimentos que, por los meses que toquen, se encuentran fuera de temporada, ofreciéndonos la posibilidad de guardarlos en la nevera sin más necesidad que la de un plástico protector.