La flexibilidad es uno de los atributos menos practicados entre los deportistas. Te enseñamos a entrenarla con este ejercicio
Es posible que este 2024, con el objetivo de hacer más completa nuestra rutina habitual de ejercicio, hayamos incluido ejercicios nuevos en la tabla, nos hayamos aventurado a correr a primera hora de la mañana o nos hayamos planteado la posibilidad de trabajar ciertos atributos que entonces creíamos superfluos: este podría ser el caso de la flexibilidad.
La flexibilidad tiende a trabajarse mucho menos que otros aspectos como la fuerza, pero no por ello es menos importante que la resistencia, por ejemplo. Hoy te traemos un ejercicio con el que podrás poner la flexibilidad de tus músculos a prueba durante tan solo unos cuantos minutos al día para observar los resultados.
Se trata ni más ni menos que de hacer el pino, esa técnica que hemos visto ejecutar con éxito a centenares de acróbatas en los circos y que probablemente nos hayamos visto obligados a hacer si queríamos aprobar la asignatura de Educación Física en el colegio. Es probable que supiéramos realizarla cuando éramos niños pero que ahora nuestros músculos se encuentren algo oxidados y el esfuerzo que debemos realizar sea mucho mayor.
Para lograrlo, es necesario que localicemos una pared de nuestra casa, que despejemos los obstáculos que puedan estorbarnos y que extendamos ambas manos sobre el suelo, con la palma vuelta hacia abajo. A continuación, bloqueamos los codos, esto es, tratar de estirarlos lo máximo posible para evitar que se doblen cuando nos encontremos bocabajo. Después elevamos las piernas y nos aprovechamos el impulso hasta que nuestros talones hagan contacto con la pared. Cuando nos encontremos del revés, debemos mantener la concentración en apretar los abdominales para no inclinarlos y conservar la postura erguida. Cierra los ojos para no marearte y aguanta unos segundos.
Aunque no lo parezca, hacer el pino tiene grandes beneficios para la salud. Para mantener la postura es necesario una combinación casi perfecta de fuerza y equilibrio. La primera, para poder conservar la estabilidad del cuerpo durante la postura y, el segundo, para compensar tanto la respiración como la circulación de las sangre.
Además, hacer el pino aumenta la flexibilidad al vernos obligados a estirar tanto el abdomen como los brazos y las piernas, mientras que la posición invertida del cuerpo provoca que el riego sanguíneo se concentre en la parte superior, llegando al cerebro y facilitando, a largo plazo, nuestra capacidad de concentración en determinadas situaciones.
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