El hambre es uno de los visitantes más indeseados del día a día. Te contamos si es recomendable comer con apetito
A todos nos ha ocurrido. Ese gusanillo, esa sensación en la boca del estómago que nace a media mañana, para después ir escalando y convertirse en una lombriz que devora todo a su paso, en un ardor en el esófago que resulta casi doloroso. Ese día no nos hemos llevado nada para comer como aperitivo y tampoco nos ha dado tiempo a bajar al bar a engullir lo primero que hemos visto en la barra. Y cuando llega la hora de comer pagamos las consecuencias.
Llegamos a casa y nos preparamos una fuente gigante de pasta. Antes siquiera e que salga de la olla, ya estamos probando bocado y, para cuando queremos darnos cuenta, la vajilla está tan limpia como si la hubiésemos sacado del fregadero. El resultado puede ser un agudo dolor de estómago o una visita al baño que no sale como nosotros querríamos.
Los expertos reconocen que el hambre es todavía una incógnita en el mundo de la nutrición, ya que las cusas de su aparición son demasiado volubles y dependen directamente de cada persona, de su metabolismo, de sus niveles de estrés generados a lo largo del día, del grado de somnolencia e incluso de los efectos del cima sobre nosotros. En cualquier caso, a pesar de que no haya una respuesta satisfactorio, la mayoría de especialistas recomienda no saltarse ninguna conmigo o, de lo contrario, estaremos alterando nuestros propios ritmos circadianos.
Por supuesto, la forma más habitual de incubar el hambre es después de una buena sesión de ejercicio físico, aunque esta está más relacionada con la deshidratación. Después del deporte, nuestro cuerpo demanda tanto agua como sustancias ricas en carbohidratos o, lo que es lo mismo, azúcar de absorción rápida para reponer las fuerzas invertidas en el gimnasio.
Cada persona es un mundo
Aunque cada persona sea un mundo, es muy importante que tratemos de seguir a rajatabla unos determinados horarios a la hora de alimentarnos. No deberíamos saltarnos una comida porque eso podría implicar que en la siguiente nos demos un atracón del que nos arrepintamos posteriormente. En su lugar, la mejor opción pasa por no demorar la hora de la comida y hacerla antes de lo habitual.
Por supuesto, a pesar de que es necesario complacer al organismo cuando este demande comida, es igualmente importante quemar las calorías que se ingieren mediante una práctica deportiva adecuada.