La siesta es una actividad practicada por muchas personas en su día a día. Estos son algunos de sus beneficios
Seguro que te has encontrado alguna vez en la siguiente situación. La alarma suena a las 6:00 de la mañana, te cuesta mucho despegar los párpados. De hecho, te obligas a hacerlo porque la alternativa es quedarse dormido y llegar tarde al trabajo. Te improvisas un café como puedes y sales de casa a toda prisa, recorres los kilómetros de autopista que te separan del trabajo y pasas toda la mañana encerrado en una sala de reuniones que no conduce a ninguna parte.
Tienes un hueco para volver a casa y comer y decides invertirlo durmiendo una siesta. Pues bien, aunque el sueño reparador es una utopía que muchas han podido conquistar, lo cierto es que no siempre puede serlo. La siesta, como todo, tiene un buen número de pros y contras. Hoy en dieta.com te los desgranamos todos para que puedas decidir si merece la pena echártela en los próximos días.
El primer beneficio y más básico es el de la relajación. La siesta como todo sueño permite que los músculos se estiren y dejen de estar en tensión y descansemos del esfuerzo invertido en la mañana. Además, si el sueño ha sido reparador, nos permitirá estar en un estado de alerta mucho más intenso, lo que resulta muy propicio si vamos a practicar deporte o a realizar cualquier otra actividad que requiera de un esfuerzo de concentración.
La siesta también conlleva la mejora de nuestro humor, de la misma forma que prescindir de ella podría caldear los ánimos e incluso hacernos más ariscos e irascibles en determinadas ocasiones. Finalmente, la siesta puede ser el factor diferencial en un buen desempeño, puesto que mejora la agudeza memorística y pone a punto los reflejos.
Los contras
Sin embargo, como hemos dicho al principio, la siesta también tiene sus inconvenientes que permiten equilibrar la balanza. El primero y más habitualmente referido es el que tiene que ver con un estado de aturdimiento al despertar de una siesta. Esto puede deberse a un desajuste en el horario del sueño y puede resultar contraproducente durante el resto del día.
Finalmente, una siesta corta no tendría por qué influir en el horario del sueño, pero podría ser fatal en aquellas personas que sufran de insomnio. Una siesta corta puede, en estos casos, ser sinónimo de pasar una noche con los ojos clavados en el techo con el cerebro funcionando a toda velocidad.