A quien madruga, Dios le ayuda. Este es el motivo por el que deberías desayunar mucho más temprano de lo que normalmente lo haces
Siempre se ha dicho que a quien madruga, Dios le ayuda, un refrán que ha entrado en contradicción directa con ese que asegura que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Sin embargo, en el caso de la nutrición, comer temprano sí puede ser una buena opción para cuidar nuestra salud.
Y no, no estamos hablando de los días laborables en los que tomas el desayuno cuando los primeros rayos del alba ni siquiera han despuntado aún en el horizonte. Al contrario, nos referimos a los fines de semana, esos dos días en los que nos concedemos a nosotros mismos el privilegio de invertir en la cama un tiempo extra. Nos convencemos de que es el precio que merecemos después de estar toda la semana arrimando el hombro.
Ya hablamos en su momento de los peligros que podía entrañar la práctica de saltarse esta comida, que resulta esencial para la salud alimenticia al tratarse de la primera que realizamos después de un largo período de ayuno. Si entramos a trabajar antes de las 8 de la mañana, es posible que hagamos esta comida relativamente pronto, puesto que no deseamos que el estómago ruja como un felino en celo durante toda la mañana.
Sin embargo, si somos de los que trabajamos por la noche o nuestra horario de entrada al trabajo comienza después de las 9:00, es posible que nos tomemos las cosas con más calma. De acuerda a un estudio publicado en la revista International Journal of Epidemiology, aquellas personas que hacen la primera comida del día antes de las 8 de la mañana tienen menor riesgo de padecer diabetes en el futo que aquellas que lo hacen después de esa hora.
Los alimentos
Evidentemente, aunque la hora del desayuno es muy importante para no desajustar los ritmos de nuestro reloj biológico, es aún más importante el tipo de alimentos que consumamos. Deben evitarse a toda costa productos que contengan grasas trans y saturadas como la bollería industrial, los paquetes de cereales industriales y todos aquellos alimentos que contengan un exceso de azúcar.
Entre los que sí podemos consumir se encuentras las piezas de fruta, el aguacate, los frutos secos o incluso el huevo, que podemos incluir en una gran variedad de combinaciones para dotar a nuestro desayuno de un sabor envidiable.