La constancia puede tener más repercusión en tu vida de la que piensas. Te enseñamos cómo influye en la sensación de felicidad
La felicidad es uno de los grandes misterios que nos ha brindado nuestra estancia en el mundo. Unos defienden que es el destino al que deben llegar a toda cosa, surcando mares tumultuosos, escapando de las garras del Kraken y rechazando a barcos enemigos. Otros sostienen que se trata de la forma de viajar, de la camaradería de los grumetes, del brindis con botellas de ron, de las canciones entonadas bajo el frío brillo de las estrellas. Y ambos tienen razón.
Pero hoy no venimos a hablar específicamente de esto, sino de cómo hay otro factor que puede influir decisivamente en que las endorfinas del cerebro, como la dopamina o la serotonina se disparen, haciendo nuestro día a día más feliz y no solo limitando la dicha a momentos puntuales y efímeros.
Un comandante de los Navy Seals insiste en que es necesario que aparquemos nuestras metas a corto plazo para centrarnos diariamente en objetivos a largo plazo. Una meta a corto plazo podría ser responder unos mensajes que tenemos pendientes, consultar nuestras redes sociales o mirar unos cuantos reels. Sin embargo, estas metas a corto plazo puede que estén entorpeciendo la consecución de los objetivos a largo plazo, como terminar la carrera universitaria, conseguir una mejor forma física, leer más libros o encontrar un trabajo estable.
En un ejemplo práctico, atenernos a los objetivos a largo plazo podría equivaler a caminar treinta minutos al día si deseamos perder peso, a leer un par de capítulos si queremos superar nuestra sequía lectora o a escribir un par de páginas al día si a lo que aspiramos es a terminar una novela. Sea cual sea tu caso, encuentra esos pequeños pasos que debes seguir para lograr una meta ulterior.
Es en estas circunstancias cuando llega la felicidad. Ser conscientes de qué es aquello que nos acerca a ese fin deseable aumentará nuestro autocontrol y nuestra perseverancia, pues cada día nos sentiremos más diestros y capaces de lograr aquello que nos hemos propuesto.
Si tenemos una vida muy ajetreada, podemos encontrar una hora por la noche y otra por la mañana, adelantando nuestra hora de despertar y retrasando la hora a la que nos vamos a dormir. De esta manera, tendremos estas dos horas solo para nosotros y nos sentiremos más productivos y, por ende, felices.
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