Hacer ejercicio con resaca no es una contradicción en sí misma. Puede hacerse, pero solo con las precauciones que te indicamos a continuación
Seguro que alguna vez has esperado impacientemente la llegada del viernes para poder pegarte una buena juerga con los colegas. Has visto brillar las luces de neón sobre tu cabeza, has derramado accidentalmente algún cubata sobre tu camisa o incluso has tenido la suerte de conocer a alguien especial. Sea como sea, el día siguiente deseas con todas tus fuerzas no haber nacido, que te trague la tierra, que la cama sea una fosa que te atrape para siempre en su estructura de madera y no te permita escapar.
Esta es la conocida como la sensación de resaca y la mayoría de expertos aseguran que dicha sensación es totalmente incompatible con el ejercicio físico, ya sea una salida a correr, una rutina de gimnasio, unos largos en la piscina o una caminata. Las razones que aducen se apoyan en el hecho de que el alcohol favorece el deterioro a corto plazo de las células, impidiendo su regeneración y empeorando nuestro rendimiento deportivo.
Estas tesis están sustentadas en un par de experimentos realizados con la ayuda de ratones de laboratorio, que fueron divididos en dos grupos. A uno se les puso a correr en una rueda metálica después de haber bebido alcohol y, a los otros, se les puso a hacer ejercicio después de beber agua. El primer grupo mostró claras dificultades para progresar debido a que parte de sus mitocondrias habían sido dañadas.
Por tanto, parece que, en efecto, ejercicio y alcohol son absolutamente inconciliables, pero no es del todo cierto. Existen varias opciones que se pueden tener en cuenta para poder superar esta barrera y sumar un día más a nuestro calendario de productividad en lo que se refiere al ejercicio físico.
La alternativa
De acuerdo a este razonamiento, la mejor opción pasa por el conocido axioma de mejor prevenir que curar. No debemos bajo ningún concepto lanzarnos al gimnasio durante dos horas, ni realizar ejercicios explosivos.
Al contrario, lo mejor pasa por un desayuno saludable a base de tostadas de salmón, jamón cocido y queso fresco y una caminata suave para que el aire nos azote en la cara y nos despabile para el resto del día. De esta manera, incitaremos al cuerpo a moverse pero, al mismo tiempo, le dejaremos reponer fuerzas después de la fiesta.